sábado, 17 de noviembre de 2007

Sobre lo perecedero (Tema carnavalesco para la prédica)


El consejero provincial, Semión Petróvich Podtíkin, se sentó a la mesa, se cubrió el pecho con la servilleta y, ardiendo de impaciencia, empezó a esperar el momento, cuando empiecen a servir las hojuelas… Ante él, como ante un caudillo que examina el campo de batalla, se extendía todo un cuadro… En el medio de la mesa, que se alargaba de frente, estaban paradas las esbeltas botellas. Había ahí tres clases de vodka, un licor kievliano, chateau la rose, vino del Rin e incluso un recipiente barrigudo producto de los padres benedictinos. Alrededor de las bebidas, en artístico desorden, se apretaban los arenques en salsa de mostaza, los boquerones, la crema agria, el caviar granuloso (3 rub. 40 kóp. la libra), el salmón fresco y demás. Podtíkin veía todo eso y tragaba saliva con avidez… Sus ojos se pusieron aceitosos, su rostro se cubrió de voluptuosidad…
-Bueno, ¿se puede acaso tanto tiempo? –frunció el ceño, dirigiéndose a la esposa. -¡Más rápido, Kátia!
Pero he aquí, finalmente, apareció la cocinera con las hojuelas… Semión Petróvich, arriesgándose a quemarse los dedos, tomó las dos hojuelas superiores más calientes y las tiró apetitosamente en su plato. Las hojuelas estaban refritas, vaporosas, rollizas, como los hombros de la hija del mercader… Podtíkin sonrió con agrado, tuvo un hipo de éxtasis y las roceó con aceite caliente. Luego, como atizando su apetito y disfrutando el saborear de antemano, les untó caviar con lentitud, con disposición. Los lugares donde no cayó el caviar, los roceó con crema agria… Restaba ahora sólo comer, ¿no es verdad acaso? ¡Pero no!.. Podtíkin miró los asuntos que tenía en sus manos y no se satisfizo… Tras pensar un poco, puso sobre las hojuelas el pedazo de salmón más grueso, un boquerón y una sardina, después ya, admirado y sofocado, dobló ambas hojuelas en un rollito, se bebió una copita de vodka con sentido, graznó, abrió la boca…
Pero ahí le dio un ataque de apoplejía.

Título original: O brennosti (Maslienichnaya tiema dlia propoviedi), publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1886, Nº 8, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Ilya Repin, Portrait of the Composer Modest Musorgsky, 1881.