En tiempos de antaño, en Inglaterra, los criminales condenados a la pena de muerte, gozaban del derecho a vender en vida sus cadáveres a los anatomistas y los fisiólogos. El dinero recibido de esta forma ellos se lo daban a sus familias o se lo bebían. Uno de ellos, atrapado en un crimen horrible, llamó a su lugar a un científico médico y, tras negociar con éste hasta el hartazgo, le vendió su propia persona por dos guineas. Pero al recibir el dinero él, de pronto, se empezó a carcajear…
-¿De qué se ríe? –se asombró el médico.
-¡Usted me compró a mí como un hombre que debe ser colgado -dijo el criminal riéndose a carcajadas, -pero yo lo timé a usted! ¡Yo voy a ser quemado! ¡Ja-ja!
Título original: Nadul (Ochin drievnii anekdot), publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1885, Nº 25, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Vasily Perov, Head of a Kirghiz Convict, 1873.
-¿De qué se ríe? –se asombró el médico.
-¡Usted me compró a mí como un hombre que debe ser colgado -dijo el criminal riéndose a carcajadas, -pero yo lo timé a usted! ¡Yo voy a ser quemado! ¡Ja-ja!
Título original: Nadul (Ochin drievnii anekdot), publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1885, Nº 25, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Vasily Perov, Head of a Kirghiz Convict, 1873.