martes, 20 de noviembre de 2007

El carnero y la señorita (Pequeño episodio de la vida de los "muy señores míos”)


En la fisonomía saciada, grasosa del muy señor mío estaba escrito un tedio mortal. Recién había salido de los brazos del soñoliento Morfeo, y no sabía qué podía hacer. No quería ni pensar, ni bostezar... Leer ya le cansaba desde los tiempos de antaño, para el teatro aún era temprano, a pasear daba pereza ir... ¿Qué hacer? ¿Con qué distraerse?
-¡Una señorita vino! -anunció Yegór. -¡Por usted pregunta!
-¿Una señorita? Hum... ¿Quién es pues? Es lo mismo, por lo demás, ruega...
Al gabinete entró en silencio una bonita trigueña vestida con ligereza... incluso con mucha ligereza. Entró y reverenció.
-Disculpe -empezó ella con un tiple trémulo. -Yo, sabe... Me dijeron que a usted... a usted se le puede encontrar sólo a las seis... Yo... yo soy... la hija del consejero de provincia, Páltzev...
-¡Mucho gusto! ¡Sssiéntese! ¿En qué puedo serle útil? ¡Siéntese, no se cohíba!
-Yo vine a verlo con un ruego... -continuó la señorita, sentándose con embarazo y tirando de sus botones con manos trémulas. -Yo vine... a rogarle un boleto para un viaje gratis a la patria. Usted, yo oí, los da... Yo quiero ir, y yo... no soy rica... A mí, desde Petersburgo hasta Kursk...
-Hum... Así... ¿Y para qué le hace falta ir a Kursk? ¿Aquí acaso no le gusta?
-No, aquí me gusta pero, sabe... mis padres. Yo voy a ver a mis padres. Hace tiempo ya que no estuve donde ellos... Mamá, me escriben, está enferma...
-Hum... ¿Usted aquí, sirve o estudia?
La señorita contó dónde y con quien servía, qué cantidad de salario recibía, si había mucho trabajo...
-Así... Sirvió... Sí, no se puede decir que su salario sea alto... No se puede decir... Sería inhumano no darle el boleto gratis... Hum... Va a ver a los padres entonces... Bueno, ¿y seguro que en Kursk tiene un amorcito, ah? ¿Un amorzote? Je, je, jo... ¿Un noviecito? ¿Se sonrojó? ¡Bueno, y qué! Buen asunto... Vaya a gusto. Ya es hora de que se case... ¿Y quién es él?
-De los funcionarios...
-Buen asunto... Vaya a Kursk... Dicen que ya a cien vérstas1 de Kursk huele a legumbres y corren las cucarachas... Je, je, jo... ¿Seguro es aburrido en ese Kursk? ¡Pero quítese el sombrero! ¡Pues así, no se cohíba! ¡Yegór, danos té! ¿Seguro es aburrido en ese... mmm... cómo es... Kursk?
La señorita, que no esperaba una recepción tan cariñosa, refulgió y describió al muy señor mío todas las distracciones de Kursk... Contó que tenía un hermano funcionario, un tío maestro, unos primos en el gimnasio... Yegór sirvió el té... La señorita se extendió por el vaso con timidez y, temiendo barbotar, empezó a tragar sin sonido... El muy señor mío la miraba y sonreía con malicia... Él ya no sentía tedio...
-¿Su novio es buen mozo? -preguntó éste. -¿Y cómo intimaron?
La señorita, confundida, respondió a ambas preguntas. Se corrió con confianza hacia el muy señor mío y, sonriendo, contó cómo aquí, en Peter, se le proponían los novios, y cómo ella los rechazaba. Habló ella largo tiempo... Terminó con que sacó del bolsillo una carta de los padres y se la leyó al muy señor mío. Dieron las ocho.
-Y su padre no tiene mala letra... ¡Con qué ganchitos escribe! Je, je... Pero, no obstante, me es hora... El teatro ya empezó. ¡Adiós, María Efímovna!
-¿Así, yo puedo esperar? -preguntó la señorita, levantándose.
-¿Qué?
-Que usted me dé el boleto gratis...
-¿El boleto? Hum... ¡Yo no tengo boletos! Usted, debe ser, se equivocó señora... Je, je, je... Usted no ahí fue a dar, no a esa entrada... ¡Al lado mío, en efecto, vive un ferroviario, y yo sirvo en un banco! ¡Yegór, manda a enganchar! ¡Adiós, ma chère María Semiónovna! Mucho gusto... mucho gusto...
La señorita se vistió y salió... En la otra entrada le dijeron que él se había ido a las ocho y media a Moscú.

1Vérsta, antigua medida rusa de superficie igual a 1,06 km.

Título original: Baran i barishnia, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1883, Nº 8, con la firma: "A. Chejonté".
Imagen: Valentin Serov, Portrait of Sophia Dragomirova-Lukomskaya, 1900.