jueves, 29 de noviembre de 2007

La tarea


Propongo a la solución del lector una tarea.
Yo, mi esposa y la suegra salimos a las 2 de la madrugada de una casa, donde los tres estuvimos fiestando en la boda de un pariente lejano nuestro. En la boda, por supuesto, bebimos y picamos.
-En mi estado yo no puedo ir a pie -declaró mi esposa. –Alquila, Kiriúsha, a un cochero.
-¡Sabe Dios lo que inventas, Dásha! –protestó la suegra. -¡Con la carestía actual, cuando no hay para el pan y el té... no hay leña, y tú para el cochero! ¡No la escuches, padrecito!
Pero yo, preciando la salud de mi esposa y el fruto del amor de mi desdichada1 (el lector, por supuesto, ya adivinó que mi esposa estaba en un estado interesante), y hallándome en ese estadio de beatífica, humilde y sabia ebriedad, cuando el andar a pie sirve de excelente, didáctico y auxiliar paseo para entender la teoría de Copérnico sobre la rotación de la tierra, no escuché a la suegra y le grité al cochero. El cochero se acercó rodando y... Pero aquí empieza la misma tarea.
Las medidas de los trineos de plaza ustedes las conocen. Yo soy un literato, de lo que se deduce que soy flaco y de poco peso. Mi esposa también es flaca, pero de todas formas es más ancha que yo, ya que sus medidas diametrales han aumentado por voluntad del destino. Y la suegra constituye en sí una distancia de inmensa medida, su diámetro es igual a su longitud, su peso es de 7 puds2 con 24 libras.
-Los tres no nos sentamos con un cochero –dije yo. –Hay que alquilar a otro más.
-¿Tú, padrecito, te volviste loco, o qué? –terqueó la suegra. -¡El apartamento, no hay con qué pagarlo, y tú quieres dos cocheros! ¡No lo voy a permitir! ¡Y mi bendición no la tendrán! ¡Los voy a maldecir!
-Pero entienda pues, mamásha –dije con la voz más reverente posible, -los tres, sentarnos, no podemos de ningún modo. Si usted se sienta pues, estando, gracias a Dios, rolliza, ocupará tres cuartas partes del asiento. Yo pues, como soy delgado, es posible, aún me puedo sentar a su lado, pero Dáshenka, en ocasión de su estado, no puede sentarse a su lado. ¿Dónde pues se va a sentar ella?
-¡Como quieran, mis torturadores! –dejó de la mano la suegra. -¡Pero para alquilar a otro cochero no tienen mi bendición!
-Bueno... –empecé a pensar en voz alta. –Yo, como el delgado, me sentaré con usted, pero entonces Dáshenka no tiene donde sentarse, y si yo me siento con Dásha, no hay lugar para usted... Bueno... Espere... Si, supongamos, yo me siento con usted, y a Dásha nos la ponemos sobre las rodillas, pero... eso es físicamente imposible: los malditos trineos son estrechos... Bueno, ¿y si, supongamos, yo me siento con mamásha, y tú, Dásha, en el pescante, al lado del cochero?... Dásha, ¿quieres al lado del cochero?
-¡Yo soy una viuda noble –se enojó la suegra, -y no permitiré, que mi carne y mi sangre esté sentada al lado de un mujík! ¿Y dónde se ha visto eso, que las damas se sienten en los pescantes?
-En ese caso, he aquí cómo haremos –dijo mi ocurrente esposa. –Mamásha se sentará como es debido, y yo me sentaré abajo, a sus pies, me encogeré, me achicaré, y me voy a mantener en ese lugarcito vacío, que está a su lado; tú pues, Kiriúsha, te sentarás en el pescante... Tú no eres noble, tú puedes en el pescante...
-Así pues así, -me rasqué la nuca, -pero yo estoy bebido, y puedo caerme del pescante...
-¡Te amonaste! –rezongó la suegra. –Bueno, si tienes miedo a caerte del pescante, así, párate en la trasera y agárrate fuerte del espaldar con las manos... Iremos despacio, no te caerás...
Por muy borracho que estuviera, rechacé ese proyecto deshonroso con desprecio: un literato ruso, y de pronto, ¡¿en la trasera?! ¡Sólo eso faltaba!.. Agotado con la ebriedad y el rompecabezas, con la solución de la tarea que se me había dado, yo ya estaba dispuesto a dejarlo y dirigirme a casa a pie, cuando de pronto el cochero se volteó hacia nosotros y dijo:
-Ustedes hagan así...
Y nos propuso un proyecto que fue aceptado.
¿En qué estribaba ese proyecto?
PS. Manual temporal para los no adivinos: según el proyecto del cochero, yo me senté al lado de la suegra, y mi esposa estaba tan cerca de mí, que me podía susurrar en la oreja. “Tú, Kiriúsha, me empujas con el codo. ¡Échate un poquito para atrás!” El cochero estaba sentado en su lugar. Después de esto, no es difícil adivinar.
Solución de la tarea.
Yo estaba sentado al lado de la suegra, de espalda al cochero y con las piernas colgando por fuera, por encima del espaldar del trineo. Mi esposa estaba parada en el trineo en ese lugar, donde deberían estar mis piernas, si yo hubiera estado sentado como una persona, y se agarraba de mis hombros.

1“El fruto del amor de mi desdichada”, de Bajo la tarde de un otoño encapotado, poema de Alexánder Púshkin.
2Pud, antigua medida rusa de peso igual a 16, 3 kg.

Título original: Zadacha, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1884, Nº 46, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Boris Kustodiev, Merchant Wife at Tea Table, 1918.