martes, 20 de noviembre de 2007

La cruz


A la sala llena de gente entra el poeta.
-¿Bueno qué, cómo está su gentil poema? –se dirige a él la ama. -¿Lo publicó? ¿El honorario, lo recibió?
-Y no pregunte... La cruz recibí.
-¿Usted recibió la cruz? ¡¿Usted es poeta?! ¿Acaso los poetas reciben cruces?
-¡De alma lo felicito! –le estrecha la mano el amo. -¿La Stanisláv o la Anna? Me alegro mucho... Mucho me alegro... ¿La Stanisláv?
-No, la cruz roja...
-Por lo tanto, ¿usted, el honorario lo sacrificó en favor de la Sociedad de la Cruz Roja?
-No sacrifiqué nada.
-Y a usted le vendrá bien la orden... ¡A ver pues, muestre!
El poeta busca en el bolsillo lateral y saca de ahí un manuscrito...
-Aquí está...
El público mira el manuscrito y ve una cruz roja... pero tal cruz1, que no prenderás en la levita.

1Cruz roja con que los censores marcan los manuscritos y las galeras en la Rusia zarista.

Título original: Krest, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1883, Nº 7, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Vasily Surikov, Portrait of Dr. A. D. Yezersky, 1910.