sábado, 17 de noviembre de 2007

Casos de mania grandiosa (Atención periódico El médico1)


Que la civilización, además de bienes, trajo a la humanidad males terribles, nadie se pondrá a dudarlo. En particular, insisten en eso los médicos, que no sin fundamento ven en el progreso la causa de las depresiones nerviosas, que tan a menudo se observan en las últimas decenas de años. En América y en Europa, a cada paso, usted encuentra todo tipo de afecciones nerviosas, empezando por la neuralgia simple y terminando con la psicosis grave. Yo mismo tuve ocasión de observar un caso de psicosis grave, cuyas causas se deben buscar sólo en la civilización.
Yo conozco a un capitán retirado, antiguo comisario. Este hombre está tocado con el tema: “Los tumultos están prohibidos”. Y sólo porque los tumultos están prohibidos, el taló su bosque, no almuerza con la familia, no permite en su tierra el rebaño campesino y demás. Cuando lo invitaron una vez a las elecciones, él exclamó:
-¿Y usted acaso no sabe que los tumultos están prohibidos?
Un suboficial retirado, expulsado me parece por la verdad o por exacción (no recuerdo por qué exactamente), está tocado con el tema: “¡Y estate pues, hermano!” Él pone a estar en un baúl a gatos, perros y gallinas, y los mantiene encerrados por un plazo definido. Dentro de sus botellas están cucarachas, pulgas, arañas. Y cuando tiene dinero, anda por la aldea y alquila a los deseosos de estar bajo arresto.
-¡Estate, hijito! –suplica él. -Bueno, ¿qué te cuesta? ¡Pues te voy a soltar! ¡Forja el carácter!
Al encontrar a un cazador, lo encierra, lo vigila día y noche, y lo deja en libertad no antes de un plazo definido.
Mi tío, el intendente, come tostadas podridas y usa suelas de papel. Él premia dadivosamente, a esos de la casa que lo imitan.
Mi suegro, el recaudador de accisas, está tocado con la idea: “¡La transparencia es una pieza!” Alguna vez le pegaron en los periódicos por concusión, y eso sirvió de motivo para su alienación. Él está suscrito a casi todos los periódicos capitalinos, pero no para leerlos. En cada número recibido él busca lo “prejuicioso”; al encontrarlo, se arma de un lápiz de color y lo marca. Tras marcar todo el número, se lo da a los cocheros para los cigarrillos, y se siente saludable en lo adelante, hasta el recibo del próximo número.

1El médico, periódico de medicina mensual, de San Petersburgo

Título original: Sluchai mania grandiosa, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1883, Nº 4, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Vasily Perov, Blind Musician, 1863-64.