domingo, 2 de diciembre de 2007

Chejov a M.I. Chaikóvskii


Moscú, 16 de marzo de 1890.

Permítame tachar la trecena golondrina1, querido Modést Ilích: es una cifra infortunada. Estuvo en casa por estos días el redactor de la revista Artista2, y me rogó emplear toda mi elocuencia para que en su revista, a principios de la temporada siguiente, salga su Sinfonía. Yo pregunté: “¿Cuánto pagará usted?” Él respondió: “No mucho, porque no hay dinero”. En todo caso, si usted da su acuerdo, tenga en cuenta que por una pieza original, puesta en una escena pública, Artista paga de 150 a 250 rublos (no por pliego, sino por todo: ¡tales cerdos!). Ya que La sinfonía estuvo ya en la litografía de Rassójin y perdió allí la virginidad, pues 250 no dan. En cuanto al acuerdo o desacuerdo me responderá, pero su palabra no la dé, ya que para el otoño sus planes pueden cambiar; yo recomiendo responder esquivamente. Voy, digo, a tenerlo a usted en cuenta. Es suficiente de ellos.
Estoy en casa sin salir y leo sobre cuánto costaba la tonelada de carbón de Sajalín en 1883 y cuánto costaba la de Shangai; leo sobre las amplitudes y los NO, NW, SO y restantes vientos, que van a soplar sobre mí cuando observe mi propio mareo en las costas de Sajalín. Leo sobre el suelo, el subsuelo, sobre el barro arenoso y la arena barrosa. Por lo demás, el juicio aún no lo perdí, e incluso envié ayer a Tiempo nuevo un cuento3; pronto mandaré El silvano a El heraldo del norte –lo último de muy mala gana, ya que no me gusta ver mis piezas en la prensa.
Dentro de 1 1/2 –2 semanas saldrá a la luz mi librito4, dedicado a Piótr Ilích5. Yo estoy dispuesto a estar día y noche, como guardia de honor, en el portal de la casa donde vive Piótr Ilích,- hasta ese grado lo respeto. Si hablar de los rangos, pues en el arte ruso él ocupa ahora el segundo lugar, después de Liév Tolstoi6, que hace tiempo ya está en el primero. (El tercero se lo doy a Riépin7, y para mí tomo el noventa y ocho.) Hace tiempo ya que abrigaba el sueño atrevido de -dedicarle algo a él. Esa dedicatoria, pensaba, sería una expresión parcial, mínima de esa inmensa crítica que yo, un escritorzuelo, compuse sobre su espléndido talento y que, por mi incapacidad musical, no sé exponer en el papel. Por desgracia, tuve que realizar mi sueño en un librito, que no considero el mejor. Éste está compuesto de crónicas especialmente sombrías, psicopatológicas, y tiene un título sombrío, de modo que a los admiradores de Piótr Ilích, y a él mismo, mi dedicatoria lejos no será de su gusto.
¿Usted es chejoviano? Agradezco humildemente. No, usted no es chejoviano, sino simplemente un hombre indulgente. Que esté saludable, le deseo todo lo bueno.

Suyo, A. Chejov.

Moscú, Kúdrino, es la dirección.

1En la viñeta del papel de correo.
2Fiódor Kumánin, fundador y editor de las revistas Artista, Biblioteca teatral y Teatral.
3Los diablos.
4Gente sombría, con la dedicatoria “A Piótr Ilích Chaikóvskii”, edición de Alexéi Suvórin (SPb., 1890).
5Piótr Ilích Chaikóvskii, compositor célebre, autor de El lago de los cisnes y Cascanueces, entre otros ballets.
6Liév Tolstoi, escritor célebre, autor de La guerra y la paz, Anna Kariénina y Resurrección, entre otras novelas.
7Iiá Riépin, pintor célebre, autor de Los sirgadores del Volga e Iván el terrible y su hijo Iván, entre otros cuadros.

Imagen: Andrey Ryabushkin, Mikhailovsky Street in Novgorod, 1899.