Amúr, barco “Ermák”, 20 de junio de 1890.
¡Saludos! Le envío, querido mío, un saludo desde el camarote de I clase del barco Ermák. Navego por el Amúr. Mi viaje a caballo terminó; las botas grandes están bien guardadas, la jeta lavada, la ropa interior cambiada, y el rufián moscovita se convirtió en un señor. El barco tiembla, es difícil escribir... Las orillas del Amúr son bonitas, pero demasiado salvajes, y a mí el despoblado me cansó.
Me encuentro bajo la impresión del Zabaikál, que recorrí: una región magnífica. Hablando en general, desde el Baikál empieza la poesía siberiana, antes del Baikál pues era la prosa. Lo abrazo. Reverencio profundamente a los suyos.
¡Saludos! Le envío, querido mío, un saludo desde el camarote de I clase del barco Ermák. Navego por el Amúr. Mi viaje a caballo terminó; las botas grandes están bien guardadas, la jeta lavada, la ropa interior cambiada, y el rufián moscovita se convirtió en un señor. El barco tiembla, es difícil escribir... Las orillas del Amúr son bonitas, pero demasiado salvajes, y a mí el despoblado me cansó.
Me encuentro bajo la impresión del Zabaikál, que recorrí: una región magnífica. Hablando en general, desde el Baikál empieza la poesía siberiana, antes del Baikál pues era la prosa. Lo abrazo. Reverencio profundamente a los suyos.
Suyo, A. Chejov.
Imagen: Ivan Aivazovsky.