jueves, 20 de diciembre de 2007

Los intelectuales-taberneros1(Carta a la redacción)


En las elecciones para presidente y miembros de las Oficinas para asuntos de bebidas en los distritos, instituidas nuevamente, se advierten casi en cada distrito “evidentes incongruencias”. No aconsejamos a los pedagogos tomar estas incongruencias para sus cuadritos, ya que cada solución va a causar al niño náuseas, sensación de asco y desilusión. Quieren crean, quieren no crean, pero estuvimos en las elecciones y conocimos lo siguiente.
Evguénii Oniéguin2 y Pechórin3, apuntados para miembros de la oficina, no han sido elegidos, como personas que pertenecen al grupo de tenedores de locales de bebidas en el distrito. Lavrétskii4, esa persona querida que dedicó su vida a la lucha contra el alcoholismo nacional, y que pronunciaba en los almuerzos de aniversario unos discursos tan ardientes, tan valientes, no entró entre los miembros porque tiene tres tabernas y un tugurio. El Liévin5 tolstoiano renunció a la presidencia, alegando que él y su Kitty viven sólo de las ganancias de las tabernas. El cabecilla de Yujnóvskii, presidente del congreso de jueces de paz, que deberían entrar por ley en el cuerpo de la oficina, ha sido sustituido por otras personas, ya que comercia en las tabernas… Y demás y demás… A todos los intelectuales-taberneros no los cuentas, ya que resulta, según los últimos datos, que la dedicación de los intelectuales a la industria de bebidas constituye un fenómeno extendido… Una incongruencia evidente, escotada hasta el cinismo, y cuando usted la empieza a resolver, en primer lugar se tropieza con una extraña dobleza, incomprensible por completo. Tomemos a Yánusov, siquiera la ciudad de Yújnov. Por una parte las gestiones en las escuelas, las pláticas sobre la lucha contra el alcoholismo, y demás y demás, por la otra la recogida incesante de quintos y altíns de cobre, para el matarratas que envenena y pervierte. Por una parte el deseo de sesionar en la oficina y luchar contra el mal común, por la otra una protesta encendida cuando le proponen al sr. Yánus, borrar de su frente el demasiado relevante “venta al copeo y traslado de cadáver”. ¡Dígnense pues a entender tal dobleza! Es sabido que el intelectual ruso, sean cuales sean sus principios, es muy aprensivo, pero en esta dobleza no se advierte incluso semejante cualidad. Uno de los taberneros-intelectuales del gob. Smoliénskii, en vista de que la ley prohíbe al habitante tener centros comerciales por encima de la cantidad consabida, inscribió la taberna abierta nuevamente por él a nombre de su hijo estudiante… ¡Buen muchacho ese estudiante! Si se dedica a la antropología, pues debe saber que incluso antes del diluvio no existían unas orejas tan grandes, como las que su papito carnal le pegó en las sienes. O el muchacho es inocente y cayó en la taberna como la gallina en el schi, o es un milagro, que se las ingenió para combinar en sí mismo el honor del estudiante ruso con el deshonor del campesino estúpido.

1En 1885 entra en vigor una nueva ley que controla la venta de bebidas alcohólicas a nivel nacional; las Oficinas para asuntos de bebidas en distritos y gobiernos, instauradas nuevamente, regulan dicha venta.
2Evguénii Oniéguin, personaje principal de Evguénii Oniéguin, novela en verso de Alexánder Púshkin.
3Grigórii Pechórin, personaje principal de Un héroe de nuestro tiempo, novela de Mijaíl Liérmontov.
4Fiódor Lavrétskii, personaje principal de Nido de nobles, novela de Iván Turguéniev.
5Konstantín Liévin, personaje principal de Anna Kariénina, novela de Liév Tolstoi.

Título original: Intelligenti-kabatchiki, publicado por primera vez en la revista Budilnik, 1885, Nº 44, con la firma: “El hermano de mi hermano”.
Imagen: Edouard Manet, Un bar en el Folies Bergère.