domingo, 2 de diciembre de 2007

Los super-colmos1


El colmo de la credulidad

Hace días se suicidó en T. el terrateniente K., cabecilla local, hombre rico y de familia. La bala fue tirada por la boca y se alojó en el cerebro. En el bolsillo lateral del desdichado fue hallada una carta con el siguiente contenido:
“Ahora leí en el calendario que este año no habrá cosecha. La no cosecha me llevará a la bancarrota. No deseando vivir hasta esa deshonra, yo me quito la vida de antemano, y ruego no culpar a nadie de mi muerte”.

El colmo de la distracción

Nos informan por fidedigno que hace días, en una de las clínicas, tuvo lugar el siguiente hecho lamentable. El conocido cirujano M., amputando ambas piernas al guardagujas de la vía férrea, se cortó una pierna él mismo por distracción, y la otra al enfermero que lo ayudaba. A ambos se les ha ofrecido asistencia médica.

El colmo del civismo

Yo soy hijo de un ilustre ciudadano hereditario, leo El ciudadano2, ando con ropa de civil, y vivo con mi Aniúta en matrimonio civil...

El colmo de la buena intención

Nos escriben que hace días, uno de los colaboradores de El kievliano3, cierto T., tras haber leído mucho los periódicos moscovitas, en un ataque de duda, se hizo un registro a sí mismo. Al no encontrar nada censurable él, de todas formas, se llevó a sí mismo a la comisaría.

1Los “supercolmos”, género común en la prensa humorística de la Rusia zarista. Véase, por ejemplo:
“El colmo del enamoramiento: enamorarse de uno mismo y concertar un encuentro con uno mismo” ("Pitágoras", La libélula, 1881, Nº 23).
2El ciudadano, periódico conservador del príncipe Vladímir Mieschérskii.
3 El kievliano, periódico de tendencia conservadora, de Kíev.

Título original: Obier-vierji, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1883, Nº 15, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Victor Vasnetsov, Kars is Taken, 1878.