domingo, 2 de diciembre de 2007

Breve anatomía humana


A un seminarista le preguntaron en el examen: “¿Qué es el hombre?” Él respondió: “Un animal”... Y, tras pensar un poco, agregó: “pero... racional”... Los instruidos examinadores convinieron sólo con la segunda mitad de la respuesta, y por la primera le pusieron una unidad.
El hombre, como dado anatómico, lo componen:

El esqueleto o, como dicen los enfermeros y las damas de clase, el “squileto”. Tiene el aspecto de la muerte. Cubierto por una sábana “asusta a muerte”, y sin sábana no a muerte.
La cabeza la tiene cada uno, pero no cada uno la necesita. En opinión de unos, ha sido dada para pensar, en opinión de otros, para llevar el sombrero. La segunda opinión no es tan arriesgada... A veces contiene en sí sustancia cerebral. Un inspector vigilante, presente una vez en la autopsia de un fallecido prematuro, vio el cerebro. “¿Eso qué es?”, le preguntó al doctor. “Eso es, con lo que piensan”, respondió el doctor. El inspector sonrió con desprecio...
La cara. El espejo del alma, pero sólo no en los abogados. Tiene multitud de sinónimos: jeta, fisonomía (en el clero fisognomonía y cara), faz, fisojeta, morrura, catadura, hocico, mueca y demás.
La frente. Su función: golpear el suelo ante la obtención de los bienes, y pegarse con la pared ante la no obtención de esos bienes. A menudo da reacción con el cobre.
Los ojos, son las cabezas de los jefes de policía. Observan y se dan por enterados. El ciego parece una ciudad de la que salió la jefatura. En los días de tristeza lloran. En los tiempos actuales, sin tristeza, lloran sólo de ternura.
La nariz ha sido dada para la coriza y el olfato. En la política no se inmiscuye. De vez en cuando participa en el aumento de las accisas de tabaco, en aras de lo que puede contarse entre los órganos útiles. Suele ser roja, pero no de librepensamiento; así suponen, por lo menos, los hombres versados.
La lengua. Según Cicerón: hostis hominum et amicus diaboli feminarumque1. Desde que las denuncias empezaron a escribirse en papel, se quedó fuera de plantilla. En las mujeres y las serpientes sirve como órgano de agradable pasatiempo. La mejor lengua: la hervida.
La nuca le hace falta sólo a los mujíks en caso de acumulación de retrasos. Un órgano, para las manos separadas, tentador en extremo.
Las orejas. Aman las rendijas de las puertas, las ventanas abiertas, la hierba alta y los cercados delgados.
Las manos. Escriben folletines, tocan el violín, pescan, agarran, llevan, plantan, golpean... En los pequeños sirven de medio de alimentación, en aquellos que son más grandes: para diferenciar el lado derecho del izquierdo.
El corazón: recipiente de los sentimientos patrióticos y muchos otros. En las mujeres posada: los ventrículos están ocupados por los militares, las aurículas por los paisanos, el ápice por el esposo. Tiene aspecto de as de corazones.
El talle. Talón de Aquiles de las lectoras de El mundo de la moda2, las modelos, las costureras y los alféreces idealistas. Lugar femenino preferido de los novios jóvenes y… los vendedores de corsets. Segundo punto de ofensiva en el ataque amoroso-declarativo. El primero se considera el beso.
La panzita. Órgano no congénito, sino adquirido con trabajo. Empieza a crecer desde el rango de consejero provincial. Un consejero civil sin panzita no es un verdadero consejero civil. (¿¡Un retruécano?! ¡Ja, ja!) En los rangos por debajo de consejero provincial se llama panza, en los mercaderes entraña, en las mercaderas vientre.
Subcostal. Órgano no investigado por la ciencia. En opinión de los porteros, se encuentra debajo del pecho, en opinión de los sargentos encima del estómago.
Las piernas crecen desde ese lugar, en aras del cual la naturaleza inventó el abedul. De gran uso entre los carteros, deudores, reporteros y recaderos.
Los pies. Lugar de residencia del alma del esposo caído en falta, del habitante ido de lengua y del militar escapado del campo de batalla.

1Hostis hominum et amicus diaboli feminarumque, enemigo del hombre y amigo del diablo y de las mujeres.
2El mundo de la moda, revista ilustrada para damas, de San Petersburgo.

Título original: Kratkaya anatomiya chelovieka, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1883, Nº 34, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Atlas fotográfico de la Anatomía.