domingo, 16 de diciembre de 2007

Chejov a los Chejov


Recibí ahora de Suvórin tal telegrama: “No te jactes hasta stanley lejos te saluda dorada y pobres cobres casa excelente lamentamos que usted no está gente sombría segunda edición para envidia de todos usted pobre bueno lo queremos estudiante Kazántsiev hoy aburrido cuándo lo traerá a usted de regreso. Suvórin”.
¡Sabio Edipo, descifra! Cada vez, si Gente sombría sale en una segunda edición, ustedes deberán recibir unos 600-700 rublos, los cuales gasten según las necesidades; si ahorran algo, pues servirá; acaso, rogaré girarme de Moscú a Vladivostók. El banco siberiano me promete disponer ese giro. Por En el crepúsculo y los Cuentos también recibirán una pizca. ¿Fue acaso Másha a Crimea? Sería bueno ir al Cáucaso por el Camino militar-georgiano; en diligencia ese camino vale sólo 12 rub. ¡Que vaya con Iván! Vladicáucaso, Tibilísi, Batúmi, Feodósia, Sevastópol, Súmi –esa ruta de viaje.
Hace calor. Hoy en el Jardín intendente hay música y paseo.
El barco de Srétiensk sale el 20 de junio. Ortodoxos, ¿qué yo voy a hacer hasta el 20? ¿A dónde meterse? El viaje a Srétiensk requiere sólo de 5-6 días.
Yo cambié mi ruta de viaje totalmente. De Jabárovka (ver la carta) iré no a Nikoláevsk, sino por Ussúri a Vladivostók, y de ahí ya a Sajalín. No se puede dejar de ver la región de Ussúri. En Vladivostók voy a bañarme en el mar y comer ostras.
Hasta Kansk hizo frío; a partir de Kansk (ver la carta) empezamos a descender al sur. El verdor es tan tupido como el de ustedes, hasta los robles se desabotonaron. Los abedules aquí son más oscuros que en Rusia, su verde no es tan sentimental. Hay mucho cerezo, que sustituye aquí a la lila y la guinda. Dicen que del cerezo se hace una confitura excelente. Lo comí marinado: no está mal.
Van conmigo dos tenientes y un doctor militar. Recibieron viáticos triples, pero lo gastaron todo, aunque van en un carruaje. Están sin un grosh, en espera de cuando la intendencia les dé dinero. Son gente amable. Recibieron unos viáticos de 1500-2000 r., y el camino les sale a cada uno (excluyendo, por supuesto, las paradas) más barato que los hongos. Se dedican a regañar a todos en los hoteles y en las estaciones, de modo que da miedo cobrarles dinero. A su lado, hasta yo pago menos que de costumbre.
La cuenta de la librería mejor que todo pedirla en agosto, por la fecha 10-20; entonces enviar la carta a Kondrátiev.
¿Fueron los Lintvarióv a Crimea? ¿No? Así lo sabía. Si vienen al Recodo los Smáguins, pues reveréncienlos. En particular, una reverencia profunda a Elena Ivánovna.
Hoy, por primera vez en la vida, vi al gato siberiano. La lana es larga, suave, el carácter manso.
Yo extrañé, y les envié hoy un telegrama, además, les rogué hacer una colecta y responderme más extenso. Nada les costaría a todos ustedes, habitantes del Recodo, perder unos cinco rublos.
¿Cómo están en cuanto a los críos y el influjo psíquico? ¿De quién está enamorado Mishka, a cuál afortunada le cuenta Ivaniénko sobre el tío? ¿Y Váta? Yo, debe ser, estoy enamorado de Jamais, ya que ayer soné con ella. En comparación con las Paráshas-siberianas, con todas estas jetas de (...), que no saben vestirse, cantar y reír, nuestras Jamais, Dríshkas y Gundásijas son simplemente unas reinas. Las señoritas y mujeres siberianas –son un pescado congelado. Hay que ser una morsa o una foca para tener críos con ellas.
Mis compañeros de viaje me cansaron. Viajar solo es mucho mejor. En el camino yo amo sobre todo el silencio, y mis compañeros de viaje hablan y cantan sin cesar, y hablan sólo de mujeres. Me cobraron hasta mañana 136 rublos, y ya los gastaron. Unos barriles sin fondo.
Mamá, ¿cómo están sus piernas? ¿Obedece usted acaso los consejos de Kuzmín, que le cobró cinco rublos? ¿Y cómo vive tía con Aliósha? Escríbanles una reverencia.
Sería deseable verse con el prof. Timoféev, y beber con él a la salud de Natalia Mijáilovna, ¡pero ay! Yo estoy en Siberia, él donde los salchicheros... ¿Está vivo acaso Shapoválov? ¿Y mi amigo Kóptiev, ese hijo de perra de bolsillo? ¿No se tambalearon acaso los asuntos en la fábrica de chocolate de Artiómenko? Si la condesa Lida está en el Recodo, pues una reverencia a ella.
Por la carretera siberiana hay sus Barómlis. Se encuentran estaciones cada 30-35 vérstas. Vas de noche, vas, vas... te alelas, pierdes la cabeza y vas aun, y te arriesgas a preguntar al cochero cuántas vérstas quedan hasta la estación, y él seguro dirá que no menos de 17. Es en particular torturador, cuando tienes que ir a pie por un camino fangoso con baches, y cuando quieres beber. Yo aprendí a no dormir; soy totalmente indiferente cuando me despiertan. Comúnmente, no duermes un día, una noche, después, hacia el almuerzo del otro día, empiezas a sentir tensión en los párpados; en la tarde y en la noche, en particular antes del amanecer, y en la mañana del tercer día, dormitas en el coche, y sucede que te duermes sentado por un minuto; en el almuerzo y después del almuerzo en cada estación, mientras enganchan los caballos, estás tirado en los divanes, y sólo por la noche empieza la inquisición. Por la noche, después que te tomas unos cinco vasos de té, te empieza a arder la cara, y todo el cuerpo de pronto desfallece, y quiere arquearse hacia atrás; los ojos se te cierran, los pies te pican dentro de las botas grandes, en el cerebro confusión... Si te permites quedarte a pernoctar, pues al instante te duermes, como muerto; si te alcanza la voluntad para seguir adelante, te duermes en el coche por muy fuerte que sea la sacudida; en las estaciones los cocheros te despiertan, ya que es necesario apearse del coche y pagar las postas; te despiertan éstos no tanto con la voz y el tirón de la manga, como con el hedor a ajo que sale de sus bocas; hieden éstas a cebolla y a ajo hasta la náusea. Yo aprendí a dormir en el coche sólo después de Krasnoyársk. Antes de Irkútsk, una vez dormí 58 vérstas; a propósito, sólo una vez fui despertado. Pero el dormir en el coche no fortalece. Eso no es sueño, sino una suerte de estado inconsciente, tras el cual sientes la cabeza nublada y la boca infame.
Los chinos se parecen a esos ancianos decrépitos, que amaba representar el finado Nikolai. Se encuentran con trenzas magníficas.
En Tomsk vino a verme la policía. A las 11 de la noche, el lacayo de pronto me informa que el ayudante del jefe de policía desea verme. ¡¿Qué pasa?! ¿No será la política acaso? ¿No sospecharon acaso en mí un volteriano? Digo al lacayo: ruega. Entra un hombre de largos bigotes y se recomienda. Resulta que es un aficionado a la literatura, él mismo escribe, y vino a verme al número como a Mahoma a La Meca, por adoración. Lo recordé he aquí por qué. En el otoño tardío él va a Petersburgo, y yo le encajé mi maleta, que le rogué entregar en la redacción de Tiempo nuevo. Tengan esto en cuenta en caso, de que alguno de los nuestros o de los conocidos vaya a Peter. El apellido del policía –Arshaúlov.
Ustedes, entre tanto, si buscaran una granja. Después del regreso a Rusia yo voy a descansar cinco años, o sea, a estar sentado en un lugar y darle vueltas a la noria. Una granja sería muy apropiado. El dinero, pienso, se hallará, ya que mis asuntos no andan mal. Si trabajo un adelanto (una mitad ya la trabajé), pues en primavera cobraré seguro 2-3 mil de adelanto, con un plazo de cinco años. Eso no pesará sobre la conciencia, ya que a la librería de Tiempo nuevo le hice ganar ya con mis libritos más de 2-3 mil rublos, y le daré aun más. Pienso no emprender nada serio hasta los 35 años, quisiera probar con la vida privada, que tenía, pero no advertía por diversas circunstancias.
Hoy le unté tocino al paletó de piel. Divino paletó. Me salvó del resfriado. La pelliza también es gallarda; sirve de abrigo y de colchón. Con ésta es cálido, como sobre la estufa. Sin almohadas se está del todo mal. La paja no las sustituye; ésta, en 5-6 estaciones, por los roces, suelta mucho polvo, que te cosquillea en la cara y molesta al dormitar. Sábanas no tengo ni una. También es infame. Sería necesario, asimismo, tomar más pantalones. Mientras más equipaje, tanto mejor –menos sacudidas y más comodidades.
No obstante, que estén saludables. No hay nada más de qué escribir. Los reverencio a todos.

Vuestro, A. Chejov.

Imagen: Isaac Levitan, Moonlit Night, A Village, 1897.