Volga, barco “Alexander Niévskii”, 23 de abril de 1890.
¡Amigos míos tungusos! ¿Tuvieron acaso lluvia cuando Iván regresó de los Laureles? En Yaroslávl se soltó tal lluvia, que debí cubrirme con el quitón de piel. La primera impresión del Volga fue envenenada por la lluvia, las ventanas llorosas del camarote y la nariz húmeda de Gurliand1, que fue a recibirme a la estación. Durante la lluvia, Yaroslávl se parece a Zvienígorod, y sus iglesias recuerdan el monasterio de Pierervínsk; muchos letreros incultos, fango, por la calzada andan las cornejas de cabezas grandes.
En el barco, en primer lugar, di rienda suelta a mi talento, o sea, me acosté a dormir. Al despertar, vi el sol. El Volga no está mal; las praderas anegadas, los monasterios bañados de sol, las iglesias blancas, una extensión asombrosa; adonde mires, donde quiera es cómodo sentarse y empezar a pescar. Por la orilla deambulan las damas de clase2 que pellizcan la hierba verde, se oye rara vez la flautilla del pastor. Sobre el agua vuelan gaviotas blancas parecidas a la Dríshka3 menor.
El barco es insignificante. Lo mejor de éste –el water-closet. Está en lo alto, teniendo debajo de sí cuatro peldaños, de modo que un hombre inexperto como Ivaniénko4, puede tomarlo fácilmente por el trono real. Lo peor del barco –el almuerzo. Informo el menú conservando la ortografía: schi5 ver, salchychas con co, esturión fri, gatito torrado, el gatito resultó papilla. Ya que el dinero que tengo fue adquirido con sudor y sangre, pues quisiera que fuera al revés, o sea, que el almuerzo fuera mejor que el water-closet, además de que después del santorino korniéevskii se me obstruyeron todas las entrañas, y hasta el mismo Tomsk me las arreglaré sin el water.
Conmigo va Kundásova6. Adonde va y para qué, lo desconozco. Cuando la empiezo a interrogar sobre eso, recurre a ciertos supuestos muy nebulosos sobre alguien, que fijó una cita con ella en un barranco cerca de Kíneshma, después estalla en una risa frenética y empieza a dar patadas o codazos a lo que encuentre, sin compadecer las (...) venas. Pasamos y Kíneshma, y los barrancos, y ella de todas formas continúa yendo, con lo que yo, por supuesto, estoy muy contento. A propósito: ayer, por primera vez en la vida, vi cómo come. Come ella no menos que otros, pero maquinalmente, como si rumiara avena.
Kostromá es una buena ciudad. Vi Pliós, donde vivía el lánguido Levitán; vi Kíneshma, donde paseé por el boulevard y observé a los críos locales; pasé aquí por la botica, a comprar sal de Bertholett para la lengua, que se me puso de cordobán por el santurino. El boticario, al ver a Olga Petróvna, se alegró y confundió, ella –también; ambos, por lo visto, se conocen ya hace tiempo y, a juzgar por la conversación que tuvo con él, más de una vez pasearon por los barrancos cerca de Kíneshma. ¡He aquí dónde están los críos! El apellido del boticario es Kopfer.
Es friolento y aburrido, pero en general entretenido.
Silba el barco a cada minuto; su silbido –algo medio entre un rebuzno de burro y un arpa eólica. Dentro de 5-6 horas estaré en Nízhnii. Sale el sol. De noche dormí divinamente. El dinero está entero –eso porque me palpo el vientre a menudo.
Son muy bonitos los barcos remolcadores, que arrastran tras de sí unas 5-6 barcazas; parece como un elegante joven intelectual que quisiera correr, y lo retienen por los faldones la esposa-almádana, la suegra, la cuñada y la abuela de la esposa.
A papásha y mamásha una reverencia hasta el suelo, a todos los restantes hasta la cintura. Espero que Semáshko7, Lidia Stajiévna8 e Ivaniénko se portan bien. Es interesante saber, ¿quién ahora va a estar de juerga con Lidia Stajiévna hasta las 5 de la mañana? ¡Ah, cuánto me alegra que Ivaniénko no tiene dinero!
La maleta comprada por Misha9 se rompe. Les agradezco. Mi salud es absoluta. El cuello no me duele. Ayer no bebí ni una gota.
Cóbrenle a Dríshka Fófanov10. A Kundásova delen11 el atlas francés y los viajes de Darwin, que están en el anaquel. Eso por parte de Iván12.
El sol se ocultó tras una nube, se puso nublado, y el ancho Volga se muestra sombrío. Levitán no puede vivir en el Volga. Éste inculca en el alma lo sombrío. Aunque tener en la orilla su granjita no está nada mal.
Deseo a todos todo lo bueno. Un saludo de corazón y 1000 reverencias.
Mísha, enseña a Lidia Stajiévna a enviar el expreso certificado y dale el billete13 para Gogol. Recuerden que a Suvórin le fue devuelto un tomo de Gogol, para modelo de encuadernación. Significa, que hay que recibir 3 tomos.
Si el lacayo se despertara le pediría café, pero ahora tengo que tomar agua desabrida. Una reverencia a Mariúshka14 y a Olga15.
Bueno, quédense saludables y prósperos. Voy a escribir puntualmente.
En el barco, en primer lugar, di rienda suelta a mi talento, o sea, me acosté a dormir. Al despertar, vi el sol. El Volga no está mal; las praderas anegadas, los monasterios bañados de sol, las iglesias blancas, una extensión asombrosa; adonde mires, donde quiera es cómodo sentarse y empezar a pescar. Por la orilla deambulan las damas de clase2 que pellizcan la hierba verde, se oye rara vez la flautilla del pastor. Sobre el agua vuelan gaviotas blancas parecidas a la Dríshka3 menor.
El barco es insignificante. Lo mejor de éste –el water-closet. Está en lo alto, teniendo debajo de sí cuatro peldaños, de modo que un hombre inexperto como Ivaniénko4, puede tomarlo fácilmente por el trono real. Lo peor del barco –el almuerzo. Informo el menú conservando la ortografía: schi5 ver, salchychas con co, esturión fri, gatito torrado, el gatito resultó papilla. Ya que el dinero que tengo fue adquirido con sudor y sangre, pues quisiera que fuera al revés, o sea, que el almuerzo fuera mejor que el water-closet, además de que después del santorino korniéevskii se me obstruyeron todas las entrañas, y hasta el mismo Tomsk me las arreglaré sin el water.
Conmigo va Kundásova6. Adonde va y para qué, lo desconozco. Cuando la empiezo a interrogar sobre eso, recurre a ciertos supuestos muy nebulosos sobre alguien, que fijó una cita con ella en un barranco cerca de Kíneshma, después estalla en una risa frenética y empieza a dar patadas o codazos a lo que encuentre, sin compadecer las (...) venas. Pasamos y Kíneshma, y los barrancos, y ella de todas formas continúa yendo, con lo que yo, por supuesto, estoy muy contento. A propósito: ayer, por primera vez en la vida, vi cómo come. Come ella no menos que otros, pero maquinalmente, como si rumiara avena.
Kostromá es una buena ciudad. Vi Pliós, donde vivía el lánguido Levitán; vi Kíneshma, donde paseé por el boulevard y observé a los críos locales; pasé aquí por la botica, a comprar sal de Bertholett para la lengua, que se me puso de cordobán por el santurino. El boticario, al ver a Olga Petróvna, se alegró y confundió, ella –también; ambos, por lo visto, se conocen ya hace tiempo y, a juzgar por la conversación que tuvo con él, más de una vez pasearon por los barrancos cerca de Kíneshma. ¡He aquí dónde están los críos! El apellido del boticario es Kopfer.
Es friolento y aburrido, pero en general entretenido.
Silba el barco a cada minuto; su silbido –algo medio entre un rebuzno de burro y un arpa eólica. Dentro de 5-6 horas estaré en Nízhnii. Sale el sol. De noche dormí divinamente. El dinero está entero –eso porque me palpo el vientre a menudo.
Son muy bonitos los barcos remolcadores, que arrastran tras de sí unas 5-6 barcazas; parece como un elegante joven intelectual que quisiera correr, y lo retienen por los faldones la esposa-almádana, la suegra, la cuñada y la abuela de la esposa.
A papásha y mamásha una reverencia hasta el suelo, a todos los restantes hasta la cintura. Espero que Semáshko7, Lidia Stajiévna8 e Ivaniénko se portan bien. Es interesante saber, ¿quién ahora va a estar de juerga con Lidia Stajiévna hasta las 5 de la mañana? ¡Ah, cuánto me alegra que Ivaniénko no tiene dinero!
La maleta comprada por Misha9 se rompe. Les agradezco. Mi salud es absoluta. El cuello no me duele. Ayer no bebí ni una gota.
Cóbrenle a Dríshka Fófanov10. A Kundásova delen11 el atlas francés y los viajes de Darwin, que están en el anaquel. Eso por parte de Iván12.
El sol se ocultó tras una nube, se puso nublado, y el ancho Volga se muestra sombrío. Levitán no puede vivir en el Volga. Éste inculca en el alma lo sombrío. Aunque tener en la orilla su granjita no está nada mal.
Deseo a todos todo lo bueno. Un saludo de corazón y 1000 reverencias.
Mísha, enseña a Lidia Stajiévna a enviar el expreso certificado y dale el billete13 para Gogol. Recuerden que a Suvórin le fue devuelto un tomo de Gogol, para modelo de encuadernación. Significa, que hay que recibir 3 tomos.
Si el lacayo se despertara le pediría café, pero ahora tengo que tomar agua desabrida. Una reverencia a Mariúshka14 y a Olga15.
Bueno, quédense saludables y prósperos. Voy a escribir puntualmente.
El volgovita que extraña
Homo sachaliensis
A. Chejov.
Una reverencia a la abuela.
1I.Y. Gurliand, estudiante, escritor novicio a quien Chejov conoce en Yalta en 1889.
2Chejov se refiere así en broma a las vacas.
3“Dríshka”, apodo de Dária Músina-Púshkina, actriz del Teatro Alexandrínskii de San Petersburgo, amiga de la familia Chejov.
4Alexánder Ivaniénko, flautista, conocido de la familia Chejov.
5Schi, sopa de legumbres con carne.
6Olga Kundásova, amiga íntima de la familia Chejov; matemática de profesión, trabaja en el Observatorio de Moscú, por eso Chejov la llama “la astrónoma”.
7Marian Semáshko, violonchelista de la Orquesta del Teatro Bolshói, conocido de la familia Chejov.
8Lidia Mizínova (“Jamais”), amiga íntima de la familia Chejov, maestra del gimnasio de L.F. Rzhévskaya.
9En su Alrededor de Chejov, Mijaíl Chejov recuerda: “Yo, por ejemplo, le compré para el camino una maleta excelente pero voluminosa, mientras que convenía llevar consigo una de piel, suave y plana, para poder acostarse sobre ésta en la calesa” (cap. VIII, pag. 220).
10Konstantín Fófanov, poeta.
11Delen, expresión infantil de María Chejova, de uso doméstico en la familia Chejov.
12Iván Chejov, hermano del escritor.
13Recibo de inscripción para las Obras completas de Nikolai Gógol.
14María Bielenóvskaya (“Mariúshka”, “abuelita”), viejita, antigua cocinera que se queda a vivir en casa de la familia Chejov.
15Olga Gorójova, sirvienta de la familia Chejov.
Imagen: Isaac Levitan, After the Rain. Plyos, 1889.