A la mesa, cubierta de manchas de tinta imponentes, está sentado Pravdoliúbov. Ante él está parado Upriámov, un joven con una expresión de ligereza en el rostro.
Pravdoliúbov (Con lágrimas en los ojos.) ¡Joven! Yo mismo tengo hijos... tengo corazón... Yo entiendo... por eso me es tan amargo. Le aseguro, como hombre honrado, que su denegación sólo le servirá de mal. Díganos con franqueza, ¿adónde iba usted ahora?
Upriámov. A la... la redacción de la revista humorística.
Pravdoliúbov. Hum... ¿Usted, por lo tanto, es humorista? (Mueve la cabeza con reproche.) ¡Avergüéncese! Tan joven y tan maleado... ¿Y qué es lo que tiene en las manos?
Upriámov. Los manuscritos.
Pravdoliúbov. ¡Démelos acá! (Los toma y los examina.) Así... vamos a ver... ¿Esto qué es?
Upriámov. Temas para los dibujos de los editoriales.
Pravdoliúbov. (Estalla de indignación pero, venciendo pronto al sentimiento, recobra la sangre fría y la ecuanimidad, a lo jurado de tribunal.) ¿Y qué es lo que está dibujado?
Upriámov. Eso, ve, está dibujado un hombre. Está parado con un pie en Rusia, con el otro en Austria. Hace trucos. “¡Señores! –dice. –El rublo, pasado del bolsillo derecho al izquierdo, se convierte en 65 kópeks!” Pendant a este dibujo se adjunta otro. Ve usted, ahí hay un billete de rublo con manitas y piecitos. Éste a cada rato se cae, y tras él corre un alemán y lo recorta con unas tijeras... ¿Entendió? Esto es una taberna... Esto es nuestra prensa, y esto la presión... Y esto unos plantadores de bosques de abedules, ahí mismo hay unos niños que piden papilla... La papilla, como se sabe, es distinta... Ahí está dibujado un lacayo...
Pravdoliúbov. ¿Y quién está en la ratonera?
Upriámov. Ese es el consejero secreto, Rossítzkii, en el garfio tiene un tocino estatal...
Pravdoliúbov. (Ante la palabra “tocino” se relame.) El consejero secreto... (Se sonroja por la humanidad.) Tan joven y tan maleado... ¿Pero sabe usted, muy señor mío, que el consejero secreto corresponde en el ejército al teniente general? ¿Es posible que no entienda eso? ¡Qué grosera incomprensión, qué profanación! (Suspira.) ¿Qué puedo hacer yo ahora con usted? ¿Qué? (Se queda pensativo, pero pronto el sentimiento personal prevalece sobre el sentimiento del deber, y el botín se escurre entre las manos. ) ¡Yo no puedo verlo, joven miserable, infeliz! ¡Usted me es repulsivo, usted es un miserable! ¡Fuera de aquí! ¡Que le sirva de castigo mi desprecio!
Upriámov (Sin arrepentirse de nada y sonriendo con doble sentido, se va a la redacción).
1Chejov escribe a Nikolai Léikin el 5 o 6 de febrero de 1884: “Mi Joven despierta asombro con su no censura… ¡Se asombran nuestros censurados moscovitas! Y es difícil no asombrarse: entre nosotros se tacha la ‘cucarda’, el ‘general en medicina”…
Título original: Molodoi cheloviek, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1884, Nº 5, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: John Singer Sargent.
Pravdoliúbov (Con lágrimas en los ojos.) ¡Joven! Yo mismo tengo hijos... tengo corazón... Yo entiendo... por eso me es tan amargo. Le aseguro, como hombre honrado, que su denegación sólo le servirá de mal. Díganos con franqueza, ¿adónde iba usted ahora?
Upriámov. A la... la redacción de la revista humorística.
Pravdoliúbov. Hum... ¿Usted, por lo tanto, es humorista? (Mueve la cabeza con reproche.) ¡Avergüéncese! Tan joven y tan maleado... ¿Y qué es lo que tiene en las manos?
Upriámov. Los manuscritos.
Pravdoliúbov. ¡Démelos acá! (Los toma y los examina.) Así... vamos a ver... ¿Esto qué es?
Upriámov. Temas para los dibujos de los editoriales.
Pravdoliúbov. (Estalla de indignación pero, venciendo pronto al sentimiento, recobra la sangre fría y la ecuanimidad, a lo jurado de tribunal.) ¿Y qué es lo que está dibujado?
Upriámov. Eso, ve, está dibujado un hombre. Está parado con un pie en Rusia, con el otro en Austria. Hace trucos. “¡Señores! –dice. –El rublo, pasado del bolsillo derecho al izquierdo, se convierte en 65 kópeks!” Pendant a este dibujo se adjunta otro. Ve usted, ahí hay un billete de rublo con manitas y piecitos. Éste a cada rato se cae, y tras él corre un alemán y lo recorta con unas tijeras... ¿Entendió? Esto es una taberna... Esto es nuestra prensa, y esto la presión... Y esto unos plantadores de bosques de abedules, ahí mismo hay unos niños que piden papilla... La papilla, como se sabe, es distinta... Ahí está dibujado un lacayo...
Pravdoliúbov. ¿Y quién está en la ratonera?
Upriámov. Ese es el consejero secreto, Rossítzkii, en el garfio tiene un tocino estatal...
Pravdoliúbov. (Ante la palabra “tocino” se relame.) El consejero secreto... (Se sonroja por la humanidad.) Tan joven y tan maleado... ¿Pero sabe usted, muy señor mío, que el consejero secreto corresponde en el ejército al teniente general? ¿Es posible que no entienda eso? ¡Qué grosera incomprensión, qué profanación! (Suspira.) ¿Qué puedo hacer yo ahora con usted? ¿Qué? (Se queda pensativo, pero pronto el sentimiento personal prevalece sobre el sentimiento del deber, y el botín se escurre entre las manos. ) ¡Yo no puedo verlo, joven miserable, infeliz! ¡Usted me es repulsivo, usted es un miserable! ¡Fuera de aquí! ¡Que le sirva de castigo mi desprecio!
Upriámov (Sin arrepentirse de nada y sonriendo con doble sentido, se va a la redacción).
1Chejov escribe a Nikolai Léikin el 5 o 6 de febrero de 1884: “Mi Joven despierta asombro con su no censura… ¡Se asombran nuestros censurados moscovitas! Y es difícil no asombrarse: entre nosotros se tacha la ‘cucarda’, el ‘general en medicina”…
Título original: Molodoi cheloviek, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1884, Nº 5, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: John Singer Sargent.