En opinión de las institutrices leídas y las gobernadoras científicas, el alma es una objetividad indefinida de sustancia psíquica. Yo no tengo razones para no convenir con eso.
En un científico leemos: “Para buscar el alma, se debe tomar a un hombre a quien recién regañó el jefe, y entisarle la pierna con el cinturón. Después descubra el pie y hallará lo buscado”.
Yo creo en la trasmigración del alma... Esa creencia me fue dada por la experiencia. Mi alma personal, en todo el tiempo de mi vegetación terrenal, estuvo en muchos animales y plantas, y pasó por todos esos estadios y gradaciones animales, de que habla Buda...Yo era un cachorro cuando nací, un ganso palmeado1 cuando ingresé a la vida. Afianzado en el servicio estatal, me convertí en una semilla de ortiga. El jefe me llamaba alcornoque, los amigos asno, los librepensadores cerdo. Viajando por la vía férrea era una liebre2, viviendo en el campo entre los mujíks me sentía una sanguijuela. Después de uno de los desfalcos fui, por cierto tiempo, un burro de carga. Casado me convertí en ganado de cuerna. Al salir finalmente al camino verdadero, adquirí panzita y me convertí en un cerdo triunfante3.
1Ganso palmeado, buena pieza.
2Ir de liebre, viajar de polizón.
3La imagen proviene de la escena dramática El cerdo triunfante o la plática del cerdo con la verdad, cap. VI del ciclo En el extranjero, de Mijaíl Saltikóv-Schedrín.
Título original: Neskolko mislei o dushe, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1884, Nº 15, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Osip Braz, Antón Chejov, 1898.