viernes, 18 de enero de 2008

¿Qué se encuentra con más frecuencia en las novelas, los relatos y por el estilo?1


El conde, la condesa con huellas de una belleza que alguna vez fue, el vecino barón, el literato liberal, el noble empobrecido, el músico extranjero, los lacayos pícaros-sonsos, las nanas, las institutrices, el alemán administrador, el yeghbayr2 y heredero de América. Personajes no bonitos, pero simpáticos y atractivos. El héroe que salva a la heroína del caballo desbocado, fuerte de espíritu y capaz, en cada ocasión apropiada, de mostrar la fuerza de sus puños.
La altura de los cielos, la lejanía lóbrega, inmensa... indefinida, en una palabra: ¡¡¡la naturaleza!!!
Los rubios amigos y los pelirrojos enemigos.
El tío rico, liberal o conservador, a juzgar por las circunstancias. No son tan útiles para el héroe sus enseñanzas, como su muerte.
La tía en Tambóv.
El doctor con rostro preocupado, que brinda esperanza en la crisis; con frecuencia tiene una calva y un bastón con pomo. Y donde hay un doctor, ahí está el reuma por los trabajos pasados, la migraña, el derrame cerebral, el cuidado al herido en duelo, y el inevitable consejo de ir a las aguas.
El sirviente que ha servido aún a los viejos señores, dispuesto por los señores a meterse donde sea, siquiera en el fuego. Ingenioso notable.
El perro al que sólo le falta hablar, el lorito y el ruiseñor.
La casa de campo en los suburbios de Moscú y una posesión hipotecada en el sur.
Le electricidad, en la mayoría de los casos conectada sin ton ni son.
La cartera de piel rusa, la porcelana china, la montura inglesa, el revólver que no erra el tiro, la orden en el ojal, las ananás, el champagne, las trufas y las ostras.
El escuchar a hurtadillas como causa de grandes descubrimientos.
La incontable cantidad de interjecciones e intentos de utilizar a propósito una palabra técnica.
Las finas insinuaciones sobre las suficientes burdas circunstancias.
Con mucha frecuencia la ausencia de final.
Los siete pecados capitales al principio y la boda al final.
El final.

1Chejov escribe a Alexéi Suvórin el 11 de marzo de 1889: “Las esposas infieles, los suicidas, los terratenientes, los mujíks virtuosos, los esclavos fieles, las viejecitas resonantes, las nanitas buenas, los ingeniosos provincianos, los capitanes de narices rojas y los hombres ‘nuevos’ intento evitarlos” (Obras comp., t. 11, pag. 329).
Asimismo escribe a Alexánder Chejov el 8 de mayo de 1889: “Los capitanes retirados de narices rojas, los reporteros bebedores, los escritores hambrientos, las esposas-mártires tuberculosas, los jóvenes honrados sin una sola manchita, las señoritas sublimes, las nanas bondadosas, todo eso ya fue descrito, y debe ser evitado como un hueco” (Ibid., pag. 345).
2Yeghbayr, hermano.

Título original: Chto chasche vsego vstrechaetsya v romanaj, povestyaj i t.p.?, publicado por primera vez en la revista Striekoza, 1880, Nº 10, con la firma “Antosha”.
Imagen: Karl Brulloff, Rider. Portrait of Giovanina and Amacilia Pacini, the Foster Children of Countess Yu. P. Samoilova, 1832.