El petimetre entra volando a una casa, en la que nunca había estado antes. Viene de visita... En el recibidor se encuentra con una muchacha de unos dieciséis años, con un vestido de percal y un delantal blanco.
-¿Los suyos están en casa? –se dirige a la muchacha con desenfado.
-En casa.
-Hum... ¡Un melocotón! ¿Y la señora está en casa?
-En casa- dice la muchacha, y por algo se sonroja.
-Hum. ¡Una piececita! ¡Piiilluela! ¿A dónde poner el gorro?
-A donde quiera. ¡Deje! Es extraño...
-Bueno, ¿por qué te sonrojas? ¡Epa! No te voy a comer...
Y el petimetre le pega con el guante a la muchacha por el talle.
-¡Epa! ¡Y no estás mal! ¡No eres fea! ¡Ve y anuncia!
La muchacha se sonroja como una amapola y echa a correr.
-¡Joven aún! –concluye el petimetre y va a la sala.
En la sala el encuentro con la ama. Se sientan, charlan...
En unos cinco minutos, pasa por la sala la muchacha con el delantal.
-¡Mi hija mayor! –dice la dueña, y señala el vestido de percal.
Escena.
Título original: Neudachnii vizit, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1882, Nº 48, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Jean-Auguste Ingres, The Comtesse d'Haussonville, 1845.
-¿Los suyos están en casa? –se dirige a la muchacha con desenfado.
-En casa.
-Hum... ¡Un melocotón! ¿Y la señora está en casa?
-En casa- dice la muchacha, y por algo se sonroja.
-Hum. ¡Una piececita! ¡Piiilluela! ¿A dónde poner el gorro?
-A donde quiera. ¡Deje! Es extraño...
-Bueno, ¿por qué te sonrojas? ¡Epa! No te voy a comer...
Y el petimetre le pega con el guante a la muchacha por el talle.
-¡Epa! ¡Y no estás mal! ¡No eres fea! ¡Ve y anuncia!
La muchacha se sonroja como una amapola y echa a correr.
-¡Joven aún! –concluye el petimetre y va a la sala.
En la sala el encuentro con la ama. Se sientan, charlan...
En unos cinco minutos, pasa por la sala la muchacha con el delantal.
-¡Mi hija mayor! –dice la dueña, y señala el vestido de percal.
Escena.
Título original: Neudachnii vizit, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1882, Nº 48, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Jean-Auguste Ingres, The Comtesse d'Haussonville, 1845.