Un inventor de novelas policiacas platica con un agente policial:
-Usted tómese el trabajo de llevarme a una guarida de estafadores y vagabundos...
-Con gusto.
-Presénteme a dos-tres tipos de asesinos...
-Y eso se puede.
-Necesito estar asimismo en las guaridas secretas de la perversión.
Después el inventor le ruega que le presente falsificadores de monedas, chantajistas, fulleros, damas de corazones, alfonsos, y a todo el agente responde:
-Y eso se puede... ¡Cuánto quiera!
-Aún un ruego –ruega al final de todo el inventor. –Ya que en mi novela yo debo, para el contraste, incluir dos-tres personas de arraigo, pues tómese el trabajo asimismo, de indicarme a dos-tres personas idealmente honradas...
El agente levanta los ojos al techo y piensa.
-Hum... –muge. -¡Está bien, vamos a buscar!
Título original: Rara avis, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1886, Nº 29, con la firma: “Ruver”.
-Usted tómese el trabajo de llevarme a una guarida de estafadores y vagabundos...
-Con gusto.
-Presénteme a dos-tres tipos de asesinos...
-Y eso se puede.
-Necesito estar asimismo en las guaridas secretas de la perversión.
Después el inventor le ruega que le presente falsificadores de monedas, chantajistas, fulleros, damas de corazones, alfonsos, y a todo el agente responde:
-Y eso se puede... ¡Cuánto quiera!
-Aún un ruego –ruega al final de todo el inventor. –Ya que en mi novela yo debo, para el contraste, incluir dos-tres personas de arraigo, pues tómese el trabajo asimismo, de indicarme a dos-tres personas idealmente honradas...
El agente levanta los ojos al techo y piensa.
-Hum... –muge. -¡Está bien, vamos a buscar!
Título original: Rara avis, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1886, Nº 29, con la firma: “Ruver”.
Imagen: Edgar Degas, Degas y Evariste de Valernesy, 1865.