viernes, 25 de enero de 2008

La esquela


El decano de un club provincial, al regresar de largos viajes a su ciudad natal, encontró en el club un desorden terrible y, entre tanto, no consiguió en la sala de lectura del club muchos periódicos y revistas. Tras llamar a su lugar a la bibliotecaria (que al mismo tiempo consignaba de vendedora), la regañó y le ordenó averiguar, fuera como fuera, dónde se hallaban los periódicos y las revistas perdidos. La bibliotecaria le entregó al decano a la semana tal esquela:

El médico y El técnico los tiene la esposa de Piótr Ilích debajo de la cama, El bufón en la cama, y El amigo de las mujeres ahí mismo en el dormitorio, en el armario.
El pensamiento ruso lo tiene el inspector de manzana.
El correo ruso lo tiene el alemán en la taberna.
El viajero, si no está en la casa de la mercader Víjorkina, pues entonces está en el buffet.
La distracción la tiene el padre Nikándro en el armario pequeño, donde está el vodka.
La vida, La aurora y El erial no están en ningún lugar, y El observador y La Siberia están.
Los Retazos están en la tienda de bacines de Kulikóv.
El hebreo ruso cuelga amarrado de una cuerdita en un rincón, en la sala de lectura.
El novelista las señoritas, durante el baile, lo manosearon y lo tiraron debajo del piano de cola.
El veterano usted mandó a utilizarlo como papel tapiz.
La familia y La escuela las mancharon de tinta.
El oficial Kart dijo que vio a La abejita donde su esposa, en algún lugar.
El Níva lo tiene el tabernero.
La libélula la vieron en la boda del jefe de correos, y dónde está ahora no se sabe.
El florero lo tiene usted debajo de la cama.
El vice-gobernador no tiene El asunto, lo tiene su secretaria.
La luz se la vendieron a los judíos”.

Título original: Zapiska, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1885, Nº 39, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: John Singer Sargent, Man reading, XIX.