viernes, 18 de abril de 2008

Un preámbulo necesario


Una joven, recién casada pareja va de la iglesia a su casa.
-A ver pues, Vária –dice el esposo, -agárrame la barba y tira con todas tus fuerzas.
-¡Dios sabe lo que inventas!
-¡No, no, por favor! ¡Te lo ruego! Agarra y tira sin ninguna ceremonia...
-Basta, ¿para qué te hace falta eso?
-¡Vária, yo te lo ruego... exijo, finalmente! Si tú me amas, pues agárrame la barba y tira... ¡Aquí está mi barba, tira!
-¡Por nada! Causar dolor al hombre que amo más que a la vida... ¡no, nunca!
-¡Pero yo te lo ruego! –empieza a enojarse el esposo de nueva hornada. -¿Entiendes? ¡Yo te lo ruego… y exijo!
Finalmente, tras largas rupturas, la perpleja esposa mete sus manos pequeñas en la barba de su esposo, y tira de ésta en cuanto le alcanzan las fuerzas... El esposo incluso no se contrae...
-¡Imagínate, y a mí pues no me duele nada! –dice él. -¡Por Dios, no me duele! A ver pues espera, ahora yo a ti...
El esposo le agarra a su esposa unos cuantos cabellos de la cien, y hala fuerte. La esposa aúlla fuertemente.
-Ahora, mi amiga –le recomienda el esposo, –ves que yo soy muchas veces más fuerte y resistente que tú. Eso te hace falta saberlo en caso, por si alguna vez, en el futuro, te metes conmigo con los puños o me prometes arañarme los ojos... ¡En una palabra, esposa, témele a tu esposo1!

1Texto algo machista del joven Antón Chejov (N. del T.).

Título original: Neobjodimoe predislovie, publicado por primera vez en la revista Oskolkii, 1885, Nº 29, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: John Singer Sargent, Pater Harrison, 1905.