martes, 1 de abril de 2008

¿Hablar o callar?1 (Cuento infantil)


En cierto reino, en cierto Estado había una vez dos amigos: Kruger y Smirnóv. Kruger tenía unas facultades mentales brillantes, y Smirnóv era no tanto inteligente, como dócil, humilde y débil de carácter. El primero era conversador y elocuente, y el segundo callado.
Una vez ambos iban en un vagón por la vía férrea, e intentaban conquistar a una señorita. Kruger estaba sentado junto a esa señorita y se deshacía en cumplidos para ella, y Smirnóv callaba, parpadeaba y, con codicia, se relamía los labios. En una estación, Kruger salió con la señorita del vagón y no regresó en largo tiempo. Al regresar, guiñó el ojo y chasqueó con la lengua.
-¡Y qué bien te sale eso, hermano! –dijo Smirnóv con envidia. -¡Y cómo sabes todo eso! No alcanzaste a sentarte con ella, cuando ya estaba listo... ¡Afortunado!
-¿Y tú por qué bostezas? ¡Estuviste sentado con ella tres horas, y siquiera una palabra! ¡Callado, como un tronco! ¡Con el callar, hermano, no sacarás nada en este mundo! ¡Tú debes ser vivo, conversador! A ti no se te da nada, ¿y por qué? ¡Porque eres un trapo!
Smirnóv convino con esas razones y resolvió en su alma cambiar de carácter. A la hora él, venciendo su timidez, se sentó junto a cierto señor de traje azul, y empezó a conversar con él vivamente. El señor resultó ser una persona muy locuaz, y al instante empezó a hacerle preguntas a Smirnóv, con preferencia de índole científica. Le preguntó si le gustaba la tierra, el cielo, si estaba satisfecho con las leyes de la naturaleza y la convivencia humana, se refirió de pasada al librepensamiento europeo, a la posición de las mujeres en América y demás. Smirnóv respondía con inteligencia, gusto y exaltación. Pero cuál, convengan, no sería su asombro, cuando el señor de traje azul, tras tomarlo del brazo en una estación, sonrió con escarnio y le dijo:
-Sígame.
Smirnóv lo siguió y desapareció, se ignora dónde. A los dos años Kruger se lo encontró pálido, demacrado, flaco, como un esqueleto de pescado.
-¡¿Dónde te perdiste hasta ahora?! –se asombró Kruger.
Smirnóv sonrió con amargura y le describió todos los sufrimientos a los que había sobrevivido.
-¡Y tú no seas tonto, no hables de más! –dijo Kruger. -¡Muérdete la lengua, eso es!

1Nikolai Léikin escribe a Chejov el 11 de abril de 1884: “Las minucias no son malas, pero temo que una de ellas, la de Kruger y Smirnóv, es posible, no pase a través del crisol de la censura” (GBL).
El censor P.G. Svatkóvskii presenta el 18 de abril, al Comité de censura de San Petersburgo, su informe sobre el cuento, donde indica que es “imposible autorizar” el artículo ¿Hablar o callar?, ya que en éste se “representa a un espía del gobierno con traje azul, en cuya presencia el autor aconseja morderse la lengua y no hablar demás, para no ser arrestado y no padecer hasta la pérdida de las fuerzas”.
Resolución del Comité de censura de San Petersburgo: “Reconociendo, de acuerdo a la opinión del censor, que los artículos señalados por éste no satisfacen las condiciones de la prensa censurada, se determina: no autorizar la publicación de éstos” (ZGIAL).
Nikolai Léikin escribe a Chejov el 20 de abril de 1884: “En esta misma le envié lo tachado y su brillante, muy bueno, ¿Hablar o callar?, cuya corrección despacho con ésta para conservar de recuerdo. Yo, al parecer, le predecía a usted, que este cuento no pasaría. Así y salió” (GBL).

Título original: Govorit ili molchat?, se publica por el texto de una galera, conservada en la carpeta de la revista Oskolki, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: José María Velasco, El tren, XIX.