jueves, 3 de abril de 2008

Chejov a I.L. Leóntiev-Scheglóv

Súmi, 9 de junio de 1888.

Lo reverencio, gentil dramaturgo mío, junto al abuelo A.N. Pleschéev, que ya hace un mes me visita en casa. Ambos leemos los periódicos y seguimos sus éxitos1. Me alegro y lo envidio, aunque al mismo tiempo lo odio, porque su éxito le impide venir a verme al Psiol. Por supuesto, sobre los gustos no se discute, pero a mi gusto, vivir en el Psiol y no hacer nada, es bastante más reconfortante que trabajar y tener éxito. Encontrarse con las musas es rico sólo en invierno.
Usted es un hombre, indudablemente, talentoso, literario, experimentado en las tormentas bélicas, ingenioso, no oprimido por las ideas y los sistemas preconcebidos, y por eso puede estar convencido, que de su horno de piezas saldrá algo grande. Lo bendigo con ambas manos y le envío miles de deseos de alma. Usted quiere dedicarse por entero a la escena –eso está bien, y ahí la cosa vale un comino y el juego la vela, pero... ¿le alcanzarán acaso las fuerzas? Se necesita mucha energía nerviosa y constancia, para llevar la carga del escritor dramático ruso. Yo temo que usted se extenuará, sin alcanzar ni los cuarenta años. Pues en cada dramaturgo (profesional, como usted quiere ser), por 10 piezas tocan 8 fallidas, a cada uno le toca sufrir el fracaso, y el fracaso a veces se extiende por años, ¿y acaso le alcanzarán a usted las fuerzas para resignarse a eso? Usted, por su nerviosismo, se inclina a ponerle peros a cada cosa, y el mínimo fiasco le causa dolor, y para un dramaturgo eso no es apropiado. Después, yo temo que de usted saldrá no un dramaturgo ruso, sino petersburgués. Escribir para la escena y tener éxito en toda Rusia puede sólo ése, que está en Peter sólo de visita, y observa la vida no desde el puente Tuchkóv. Usted necesita irse, y apenas se decidirá alguna vez a separarse de la tundra y de la baronesa
2. En las montañas del Cáucaso la escribió porque estuvo en el Cáucaso, las piezas del modo de vida militar están escritas gracias a que vagabundeó por Rusia. Y Petersburgo le dio sólo El esposo campestre... Si usted dice que El nudo gordiano
también es producto de la contemplación petersburguesa, pues yo no lo creeré. Escribo todo esto de nuevo así, con un fin maléfico –atraerlo a mí siquiera por un instante. ¡Venga! Le prometo una docena de sujetos y cientos de caracteres.
Respecto al final de mis
Luces, me permitiré no convenir con usted3. No es asunto del psicólogo entender eso, que no entiende. Tanto más, no es asunto del psicólogo hacer ver que entiende eso, que no entiende nadie. No vamos a ser charlatanes y empecemos a declarar abiertamente, que en este mundo no entiendes nada. Todo lo saben y todo lo entienden sólo los imbéciles y los charlatanes. No obstante, que esté saludable y dichoso. Escríbame, hijito, y no escatime. Yo empiezo a habituarme a su letra, y la descifro ya perfectamente.

Suyo, Egmont.

Salió mi libro4. Si mi hermano no se lo dio, pues recuérdele, si se encuentran.

No desdeñe el vodevil. Escríbalos por docenas. El vodevil es una cosa buena. De éste se alimenta por ahora toda la provincia.

1En el teatro Krestóvskii, de San Petersburgo, se ponen con éxito las piezas En las montañas del Cáucaso y El gorrión teatral, de I.L. Leóntiev-Scheglóv.
2
Klodt von Iurgensburg, baronesa, abuela de I.L. Leóntiev-Scheglóv.
3
I.L. Leóntiev-Scheglóv escribe a Chejov el 29 de mayo de 1888: “Con su último relato Las
luces yo no estoy totalmente satisfecho. Que me lo bebí de un sorbo –de eso no se puede hablar, porque todo lo que usted escribe es tan apetitosamente real, que todo se lee fácil y con agrado, pero el final ‘¡No entiendes nada en este mundo!’ -está cortado, el asunto del escritor es precisamente entender, en particular el alma del héroe, pues su psíquis no está aclarada”.
4Cuentos
, Antón Chejov (SPb., 1888), edición de Alexéi Suvórin.

Imagen: Isaac Levitan, A Haystack. Study, 1894.