Abril recibió su nombre del verbo latino de 4ta conjugación aperire, que significa abrir, desplegar, ya que en este mes la tierra se despliega, para dejar brotar de sí las plantas. Así se le despliega al joven la barbilla, para dar paso libre a la barba deseosa de crecer. En el reinado de Nerón, este mes fue llamado Neroneus, por los méritos obtenidos por Nerón en el servicio a la patria; pero después, por descuido de la policía romana y enfriamiento del patriotismo romano, perdió ese motejo. Tiene 30 días, según la cantidad de monedas de Judas. En los monumentos de la antigüedad, este mes se representa con un holgazán bailando, guiñando el ojo izquierdo y con los faldones levantados. En sus manos unas castañuelas, a sus pies un caramillo, de su bolsillo asoma media botella. Evidentemente, era un borracho, sabía muchos chistes escabrosos y vivía de medios indefinidos. Comúnmente, delante de su imagen se ponía la estatua de Venus. En el pedestal de esta estatua, un lector joven podría percibir no pocas figuras geométricas, referentes a la semejanza de los triángulos y la doctrina de los límites. Tanto Abril como Venus no entendían nada de geometría, y por eso aquí conviene percibir una alegoría: por el placer del amor, se puede pisotear incluso la geometría, ¡un sentido, si tomar en cuenta la cercanía de los exámenes, funesto! Nuestros antepasados nombraron a abril florescencia, o florecimiento, en honor de las flores, que florecen en este mes en las macetas de flores del lado Petersburgués, y en las fisonomías de los junkers1.
La costumbre de timar al prójimo el primer día de abril existe en todas partes, incluso en las orillas de Maklái2. Sobre la procedencia de esta costumbre disertan de forma diversa. Unos dicen que tuvo su inicio en las West Indies, donde los indios, ese día, se dedican a un timo inocente: se envían los unos a los otros a lugares distintos con pretextos inventados, y después se ríen a carcajadas de los engañados. Otros ponen esta costumbre en relación con las cuentas, que en la antigüedad preparaban los funcionarios de los consistorios para el primero de abril. Debido a que el timo mutuo se ha hecho en nuestro tiempo un fenómeno habitual, esta costumbre perdió su sal y empezó a esfumarse gradualmente, pero antaño, cuando mentían menos, estaba muy de moda. Cuentan que en uno de los primeros de abril, una trouppe de actores alemanes, que brindaba funciones en Petersburgo, en tiempos de Pedro, prometió una “función brillante”, y cuando el público empezó a quejarse en el teatro, colgó de la cortina una transparencia con el letrero: “Primero de abril”. No hubo espectáculo. Pedro no se enfadó con la broma y sólo, al salir del teatro, profirió: “¡El libertinaje de los comediantes!” Si esa trouppe no se olvidó de cobrarle dinero al público antes del espectáculo, pues se debe lamentar que no todos nuestros actores modernos conocen esa anécdota histórica3.
1Junker (expresión anticuada), cadete en la Rusia zarista.
2Orilla de la isla Nueva Guinea, bautizada con el nombre del etnógrafo y viajero ruso Nikolai Miklújo-Maklái.
3Iván Snieguirióv, en Las fiestas populares y los rituales supersticiosos rusos, refiere: “El engaño de abril es conocido históricamente en Rusia desde los tiempos de Pedro I, y con toda probabilidad es introducido por los alemanes que vivían en Rusia… En 1700, el dueño de una trouppe de comediantes alemanes de Moscú anunció que, el mismo día del espectáculo, se metería en una botella de comedor común. En la escena apareció una botella con el letrero: ‘Primero de abril’” (Moscú, 1838, cap. El primero de abril, pag. 60).
Título original: Ob aprelie, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1885, Nº 14, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Nikolai Kozlov, Daisies, 2005.
La costumbre de timar al prójimo el primer día de abril existe en todas partes, incluso en las orillas de Maklái2. Sobre la procedencia de esta costumbre disertan de forma diversa. Unos dicen que tuvo su inicio en las West Indies, donde los indios, ese día, se dedican a un timo inocente: se envían los unos a los otros a lugares distintos con pretextos inventados, y después se ríen a carcajadas de los engañados. Otros ponen esta costumbre en relación con las cuentas, que en la antigüedad preparaban los funcionarios de los consistorios para el primero de abril. Debido a que el timo mutuo se ha hecho en nuestro tiempo un fenómeno habitual, esta costumbre perdió su sal y empezó a esfumarse gradualmente, pero antaño, cuando mentían menos, estaba muy de moda. Cuentan que en uno de los primeros de abril, una trouppe de actores alemanes, que brindaba funciones en Petersburgo, en tiempos de Pedro, prometió una “función brillante”, y cuando el público empezó a quejarse en el teatro, colgó de la cortina una transparencia con el letrero: “Primero de abril”. No hubo espectáculo. Pedro no se enfadó con la broma y sólo, al salir del teatro, profirió: “¡El libertinaje de los comediantes!” Si esa trouppe no se olvidó de cobrarle dinero al público antes del espectáculo, pues se debe lamentar que no todos nuestros actores modernos conocen esa anécdota histórica3.
1Junker (expresión anticuada), cadete en la Rusia zarista.
2Orilla de la isla Nueva Guinea, bautizada con el nombre del etnógrafo y viajero ruso Nikolai Miklújo-Maklái.
3Iván Snieguirióv, en Las fiestas populares y los rituales supersticiosos rusos, refiere: “El engaño de abril es conocido históricamente en Rusia desde los tiempos de Pedro I, y con toda probabilidad es introducido por los alemanes que vivían en Rusia… En 1700, el dueño de una trouppe de comediantes alemanes de Moscú anunció que, el mismo día del espectáculo, se metería en una botella de comedor común. En la escena apareció una botella con el letrero: ‘Primero de abril’” (Moscú, 1838, cap. El primero de abril, pag. 60).
Título original: Ob aprelie, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1885, Nº 14, con la firma: “El hombre sin bazo”.
Imagen: Nikolai Kozlov, Daisies, 2005.