Moscú, 4 de octubre de 1888.
Apenas le envié una carta cuando recibí de usted, querido Alexei Nikoláevich, una noticia que no le gustará nada a Svietlóv. Yo ahora le informaré a él su respuesta, y voy a recomendar con insistencia Un hombre necio1.
Si su carta hubiera llegado dos horas antes, pues mi cuento le habría sido enviado a usted, pero ahora éste está a medio camino hacia el callejón Báskov2.
Me gustaría leer qué escribió Merezhkóvskii3. Por ahora, hasta pronto. Tras leer mi cuento, escríbame. Éste no le gustará, pero a usted y a Anna Mijáilovna yo no temo. Yo temo a ese, que busca entre líneas la tendencia, y a quien quiere verme infaliblemente liberal o conservador. Yo no soy liberal, ni conservador, ni reformista, ni un monje, ni indiferente. Yo quisiera ser un artista libre –y sólo, y lamento que Dios no me haya dado fuerzas para serlo. Yo odio la mentira y la violencia en todas sus formas, y me repugnan igualmente tanto el secretario del consistorio, como Notóvich con Gradóvskii. El fariseísmo, la estupidez y el abuso reinan no sólo en las casas de los mercaderes y las prisiones, yo los veo en la ciencia, la literatura, entre la juventud... Por eso, no cultivo igualmente una afición peculiar ni por los gendarmes, ni los carniceros, ni los científicos, ni los escritores, ni la juventud. La firma y la etiqueta las considero un prejuicio. Mi santa sanctorum es -el cuerpo humano, la salud, la inteligencia, el talento, la inspiración, el amor y una absolutísima libertad, la libertad de la fuerza y de la mentira, en lo que las dos últimas se expresen. Este es el programa que yo mantendría, si fuera un gran artista.
No obstante, hablé demasiado. Qué esté saludable.
1A.N. Pleschéev escribe a Chejov el 2 de octubre de 1888, que la traducción de la pieza de E. Oge, Las cabezas de cobre (que el actor N.V. Svietlóv escoge para su beneficio) se la encarga a él la dirección de los Teatros imperiales con la condición de no ponerla “en ninguna escena privada o provincial”. Por este motivo, A.N. Pleschéev recomienda "la divertida e ingeniosa" comedia de Y. Rosen, Un hombre necio (en su traducción también).
2O sea, a la redacción de El heraldo del norte.
3El artículo de D.S. Merezhkóvskii sobre Chejov, Una vieja cuestión con motivo de un nuevo talento, aparece en El heraldo del norte (1888, Nº 11).
Imagen: Vladimir Makovsky, A Doss-House, 1889.
Apenas le envié una carta cuando recibí de usted, querido Alexei Nikoláevich, una noticia que no le gustará nada a Svietlóv. Yo ahora le informaré a él su respuesta, y voy a recomendar con insistencia Un hombre necio1.
Si su carta hubiera llegado dos horas antes, pues mi cuento le habría sido enviado a usted, pero ahora éste está a medio camino hacia el callejón Báskov2.
Me gustaría leer qué escribió Merezhkóvskii3. Por ahora, hasta pronto. Tras leer mi cuento, escríbame. Éste no le gustará, pero a usted y a Anna Mijáilovna yo no temo. Yo temo a ese, que busca entre líneas la tendencia, y a quien quiere verme infaliblemente liberal o conservador. Yo no soy liberal, ni conservador, ni reformista, ni un monje, ni indiferente. Yo quisiera ser un artista libre –y sólo, y lamento que Dios no me haya dado fuerzas para serlo. Yo odio la mentira y la violencia en todas sus formas, y me repugnan igualmente tanto el secretario del consistorio, como Notóvich con Gradóvskii. El fariseísmo, la estupidez y el abuso reinan no sólo en las casas de los mercaderes y las prisiones, yo los veo en la ciencia, la literatura, entre la juventud... Por eso, no cultivo igualmente una afición peculiar ni por los gendarmes, ni los carniceros, ni los científicos, ni los escritores, ni la juventud. La firma y la etiqueta las considero un prejuicio. Mi santa sanctorum es -el cuerpo humano, la salud, la inteligencia, el talento, la inspiración, el amor y una absolutísima libertad, la libertad de la fuerza y de la mentira, en lo que las dos últimas se expresen. Este es el programa que yo mantendría, si fuera un gran artista.
No obstante, hablé demasiado. Qué esté saludable.
Suyo, A. Chejov.
1A.N. Pleschéev escribe a Chejov el 2 de octubre de 1888, que la traducción de la pieza de E. Oge, Las cabezas de cobre (que el actor N.V. Svietlóv escoge para su beneficio) se la encarga a él la dirección de los Teatros imperiales con la condición de no ponerla “en ninguna escena privada o provincial”. Por este motivo, A.N. Pleschéev recomienda "la divertida e ingeniosa" comedia de Y. Rosen, Un hombre necio (en su traducción también).
2O sea, a la redacción de El heraldo del norte.
3El artículo de D.S. Merezhkóvskii sobre Chejov, Una vieja cuestión con motivo de un nuevo talento, aparece en El heraldo del norte (1888, Nº 11).
Imagen: Vladimir Makovsky, A Doss-House, 1889.