En la memoria de los habitantes de la ciudad de Tim, en el gobierno de Kursk, se conserva la siguiente, lisonjera para su amor propio, leyenda.
Una vez, por ciertas suertes, el viento trajo a la ciudad de Tim a un corresponsal inglés. Vino a dar él en ésta yendo de paso.
-¿Qué ciudad es ésta? –preguntó al cochero al salir a la calle.
-¡Tim! –respondió el cochero, maniobrando con diligencia entre los charcos y los baches profundos.
El inglés, en espera de que el cochero saliera del fango, se acurrucó junto al pescante y se durmió. Al despertarse a la hora, vio una gran plaza fangosa con tienditas, cerdos y una torre de bombero.
-¿Y qué ciudad es ésta? –preguntó.
-¡Ti… Tim! ¡Y pero pues, maldito! –respondió el cochero, apeándose de la telega y ayudando al caballo a salir de un hueco.
El corresponsal bostezó, cerró los ojos y se durmió de nuevo. En unas dos horas, despertado por una fuerte sacudida, se frotó los ojos y vio una calle con casitas blancas. El cochero, hundido hasta las rodillas en el fango, halaba al caballo por la rienda con todas sus fuerzas, y maldecía.
-¿Y ésta qué ciudad es? –preguntó el inglés mirando las casas.
-¡Tim!
Al alojarse poco después en el hotel, el corresponsal se sentó y escribió: “En Rusia la ciudad más grande no es Moscú ni Petersburgo, sino Tim”.
Título original: Sami bolshoi gorod, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1886, Nº 4, con la firma: “Ruver”.
Una vez, por ciertas suertes, el viento trajo a la ciudad de Tim a un corresponsal inglés. Vino a dar él en ésta yendo de paso.
-¿Qué ciudad es ésta? –preguntó al cochero al salir a la calle.
-¡Tim! –respondió el cochero, maniobrando con diligencia entre los charcos y los baches profundos.
El inglés, en espera de que el cochero saliera del fango, se acurrucó junto al pescante y se durmió. Al despertarse a la hora, vio una gran plaza fangosa con tienditas, cerdos y una torre de bombero.
-¿Y qué ciudad es ésta? –preguntó.
-¡Ti… Tim! ¡Y pero pues, maldito! –respondió el cochero, apeándose de la telega y ayudando al caballo a salir de un hueco.
El corresponsal bostezó, cerró los ojos y se durmió de nuevo. En unas dos horas, despertado por una fuerte sacudida, se frotó los ojos y vio una calle con casitas blancas. El cochero, hundido hasta las rodillas en el fango, halaba al caballo por la rienda con todas sus fuerzas, y maldecía.
-¿Y ésta qué ciudad es? –preguntó el inglés mirando las casas.
-¡Tim!
Al alojarse poco después en el hotel, el corresponsal se sentó y escribió: “En Rusia la ciudad más grande no es Moscú ni Petersburgo, sino Tim”.
Título original: Sami bolshoi gorod, publicado por primera vez en la revista Oskolki, 1886, Nº 4, con la firma: “Ruver”.
Imagen: John Singer Sargent, Lord Ribblesdale, 1902.