En Kíev cierto Elperin, contratista para el suministro de leña a las instituciones estatales y citadinas, deseando ir “al nivel del siglo” y no rezagarse de sus contemporáneos, se quitó de encima al hombre antiguo y empezó a vivir a lo moderno, o sea, se apropió del dinero de las instituciones nombradas, no les suministró leña y se declaró insolvente. En verano, puede ser, tal “paso adelante” hubiera pasado inadvertido, pero en invierno, cuando los fogoneros tienen la absurda costumbre de encender las estufas, el nombre de Elperin no podía quedarse ignorado... Las instituciones estatales citadinas informaron al municipio que no tenían leña, y el municipio informó que por la leña había que dirigirse a Elperin, a quien ya se había pagado el dinero... Se armó el alboroto… Pero con el alboroto no calientas los aposentos... Las gentes gritaron, vocearon y, resignadas al destino, empezaron a encender las estufas con papeles… Ardieron relaciones, informes, denuncias, acuses de Elperin por recibo de dinero... Muchas damitas, por patriotismo, trajeron sus diarios y cartas de amor...
Y hubo calor, porque las denuncias eran muchas.Título original: Novoe toplivo, publicado por primera vez en la revista Budilnik, 1886, Nº 9, con la firma: "Nte".
Imagen: Arthur Couling, Interior with a fireplace, 1940.