sábado, 23 de junio de 2012

Al.P. Chejov a Chejov


Petersburgo, 4 de marzo de 1888.

Literario... holandés.
Tu Estepa1 aún no la leí, aunque Buriénin2 ya escribió sobre ésta “una crítica de la crítica3”. El primero que la leyó fue Suvórin4, y olvidó beberse la taza de té. Delante de mí, Anna Ivánovna5 se la cambió tres veces. Se aficionó el vejete. Luego el número de El heraldo del norte ingresó a Buriénin, y de él ingresará a mí. Lee por eso la exposición de eso, que me tocó oír. En primer lugar Buriénin, por todos tus defectos y fallos en La estepa, me amonestó a mí (eso es ya mi suerte amarga de ser el hermano): los judíos salieron débiles pero no en general débiles, sino en comparación con esos personajes, que tú mostraste a su lado en La estepa. Por sí mismos, como judíos, no pecarán en absoluto ante el Talmud, pero “para la quinta clase se puede mejor”. Petersen6 anda de cabeza por el éxtasis, e intenta convencer a todo el universo de que tu Estepa, no es mi Bayoneta7. Le gusta en particular esa opinión filosófica, de que el hombre vive del pasado. En general pues grita, mueve las manos furioso, ondea el vientre y está dispuesto a comerse a todo, quien se permita dudar de que los genios existen. En un alegre frenesí, casi no me comió a mí e injurió a todos los colaboradores, por que se atreven a embadurnar papel e imprimir sus borrones incapaces, al mismo tiempo que existen los poderosos mohicanos. Sólo falta que alguien, en nombre de tu Estepa, le tuerza el cuello: él tomaría eso como la indudable, aplastante influencia de tu talento. En todo caso, un jarro de agua fría sería apropiado. El mejor apreciador resultó nuestro redactor Fiódorov8. Éste directamente declaró: “Qué excéntricos, señores, son ustedes: está bien escrito, Buriénin lo elogiará, si está mal lo injuriará, y todo está ahí. No hay por qué perder el juicio y agitarse. Yo tengo fuera todo un montón de cuentos talentosos “para devolución”. Si yo, con motivo de cada uno de éstos, me agitara, hace mucho tiempo que no estaría en el mundo”. “Sí, viejo -le respondió Buriénin, -tienes razón, aunque mientes. Tú amas lo escrito pero singular: tú amas los trazos en las caras de las mujeres francesas con quienes fornicas. Pero fornicar mucho no conviene, y tú morirás no de los cuentos, sino de la incontinencia. Avergüénzate viejo, es hora de que te elabores una verdadera visión de las cosas. Pues tú no eres joven, incluso estuviste en la cárcel...”
Buriénin también se alegra, y vertió su alegría en un folletín que aún no leí, ya que escribo antes de que me trajeran el periódico. Pero él ordenó informarte lo siguiente: “Está escrito maravillosamente”. Tales descripciones de la estepa, como la tuya, él las leyó sólo en Gógol y en Tolstoi. La tormenta que se encadena pero no se desencadena, es el colmo de la perfección. Los personajes -excepto los judíos- están como vivos. Pero tú no sabes aún escribir relatos: de cada pliego de imprenta se puede hacer un cuento por separado, pero tu Estepa es el principio o, más bien, el preludio de una cosa grande, que tú escribes. Todos los Koroliénkos9 y Gárshins10 palidecen ante ti (así y escríbale a él: palidecen). Tú eres el más destacado y el único de los escritores jóvenes modernos. “Que sólo escriba algo grande...”
Así, Antósha, escribe algo grande.
El 29 de febrero Suvórin dio aquí un almuerzo a los colaboradores, con motivo del 12 aniversario de Tiempo nuevo. Los visitantes fueron todos los que escriben. Bebieron por la poderosa fuerza militar, por la poderosa fuerza de la palabra impresa, y Gey11 en privado bebió por la no menos poderosa fuerza de la palabra no impresa. Fue divertido y alegre. Gorbunóv12 estaba en su plato y representó al general Ditiátin13. Las pláticas giraron de manera principal alrededor de “la tendencia”, y de “si golpearemos nosotros a los alemanes”. Gorbunóv “relató” con ese motivo que en algún lugar de Alemania, en las aguas, un general alemán le dio unas palmadas amistosas en el hombro y declaró: “nosotros de ustedes (o sea de los rusos) nos cuidamos”, y cuando surgió la plática sobre Coburgo14 pues él, convertido en cabeza de melón, declaró con pesar que no le daba lástima Coburgo, sino le daba lástima la madre, Clementina Ivánovna. El general Cherniáev Mij. Gr.15 recontó muy diestramente sus hazañas. Respondiendo al brindis a su salud, dijo con modestia: “Cuando beben a mi salud, yo siempre siento que no soy digno. ¿Por qué? ¿Por Tashként acaso? Éste y ahora yace como una carga sobre el Estado; ¿por Serbia? Ésta...”, y demás. En una palabra, todos los presentes oyeron en la modesta respuesta del general la historia de toda su actividad. Hubo brindis desafortunados. El oficinista de la tipografía, Neupokóev16, dijo sólo tres palabras: “Señores, esa poca...” pero ahí mismo lo asediaron y le probaron razonablemente que, con esas pocas palabras, él dijo incluso más de lo debido. El viejo Maxímov17 (Un año en el norte) se alimonó, y todo el almuerzo se esforzó por romper a llorar, compadeciéndose del dolor de la enviudada emperatriz alemana. El almuerzo sin vino costaba 8 rub. por morro (no a nosotros, sino a Suvórin). Yo, sin nada que hacer, llevé la estadística de los nombres de los colaboradores. Resultaron: 5 Alexéevs, 7 Nikoláis, 5 Alexánders, 4 Vasílis y demás, todos homónimos.
Se expone en Peter el cuadro de Makóvskii18 La muerte de Johan el terrible. Gorbunóv está representado en éste en el papel de bufón, y tan afortunadamente, que Peter va a mirar no el cuadro, sino a Gorbunóv con gorro.
Escarbando por obligación en los archivos de manuscritos, me tropecé con el adjunto. Se remonta éste al año 1881-82. ¿No te servirá acaso su sujeto en alguna de las creaciones futuras? Me parece que esta cuestión no fue tocada aún en la literatura.
Suvórin me ordenó enviarte el manuscrito de cierto cosaco19, que tú mandaste. Éste no será publicado. El vejete siempre tiene desorden en la mesa, y el manuscrito no se encontraba. Por si acaso te informo.
Estuvo en casa ayer Vsiévolod Davídov20. ¡Fiuit21!
Con Léikin22 no me veo, con Bilíbin23 tampoco. En general con nadie. Anna24 se había recuperado, pero ahora de nuevo se puso peor: le apareció un dolor en la región del hígado. Cuándo esta quiromancia terminará, sólo Alá sabe. Cada día es un aturdimiento, y final no se preve. Viví la vida sin vivir.
Sería deseable leer siquiera una línea de respuesta. Te deseo diarrea.
Tuyo, Gúsiev.
Las reverencias habituales, por rango.
¿Recibieron acaso ambos tú e Iván25, las cartas y los libros anteriores? Me es importante saber ¿acaso los libros llegan como impreso?

1La estepa, relato de Antón Chejov, publicado por primera vez en El heraldo del norte, 1888, Nº 3, con la firma “Antón Chejov”.
2Víctor Buriénin, escritor, dramaturgo, crítico literario, colaborador del periódico Tiempo nuevo.
3En sus Crónicas críticas, Víctor Buriénin señala la virtud artística del relato, pero lo considera “sólo un fragmento, como el preludio de una novela grande” (Tiempo nuevo, 1888, Nº 4316, 4 de marzo). 
4Alexéi Suvórin, escritor, dramaturgo, periodista, autor de artículos políticos, dueño del periódico Tiempo nuevo y de la editorial Suvórin.
5Anna Suvórina, segunda esposa de Alexéi Suvórin.
6Vladímir Petersen (de seudónimo Ladózhskii), teniente, periodista, colaborador de los periódicos Tiempo nuevo y Las noticias de San Petersburgo.
7La bayoneta,
8Mijaíl Fiódorov, redactor nominal del periódico Tiempo nuevo, y de la serie libresca La biblioteca barata
9Vladímir Koroliénko, escritor, novelista, periodista ucraniano, deportado en 1879 por participar en un movimiento revolucionario, autor de El sueño de Makar y El músico ciego entre otros cuentos.
10Vsiévolod Gárshin, escritor, se alista de voluntario para la guerra ruso-turca, autor de La flor roja y La señal entre otros cuentos, se suicida en 1888 saltando al hueco de una escalera.
11Bogdán Gey (de verdadero apellido Geyman), jefe de la sección extranjera del periódico Tiempo nuevo.
12Iván Gorbunóv, escritor, actor, maestro de cuentos orales.
13El general Ditiátin, libro de historias humorísticas (y personaje) de Iván Gorbunóv.  
14Fernando de Sajonia-Coburgo-Gotha o Fernando Ipríncipe regente de Bulgaria  desde 1887, meses después de la abdicación de su predecesor, Alejandro I de Bulgaria.  
15Mijaíl Cherniáev, general del ejército zarista, funcionario del Ministerio de guerra.
16Arkádii Neupokóev, oficinista, luego director de la tipografía de Alexéi Suvórin.
17Serguéi Maxímov, escritor, etnógrafo, participa en una expedición por los gobiernos norteños de Rusia, publica en 1859 el libro Un año en el norte.
18Nikolai Makóvskii, pintor, miembro de la célebre Cooperativa de exposiciones ambulantes de obras de pintores rusos.
19El cosaco, relato de Antón Chejov, publicado por primera vez en La gaceta de Petersburgo, 1887, Nº 99, con la firma “A. Chejonté”.
20Vsiévolod Davídov, fundador y redactor de la revista El espectador, dueño de una tipografía.
21Fiuit (expresión familiar),  para significar alejamiento, desaparición de alguien o algo.
22Nikolai Léikin, novelista, humorista, editor y redactor de la revista Retazos, colaborador de las revistas La gaceta de Petersburgo y El contemporáneo. 
23Víctor Bilíbin (de seudónimo I. Grek), escritor humorista, secretario de la revista Retazos, trabaja en el departamento de correo y telégrafo.
24Anna Jrushóva, esposa civil de Alexánder Chejov, hermano de Chejov.
25Iván Chejov, pedagogo, hermano de Chejov.

Imagen: Vasily Surikov, Bronze horseman, 1870.